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CREDIT: Loggerhead Marinelife Center

Los microplásticos amenazan las poblaciones de tortugas marinas y el ciclo vital de los océanos

Según una nueva investigación conducida por el centro Loggerhead Marinelife Center (LMC) y la Universidad de Georgia (UGA), la ingestión de plásticos degradados supone un riesgo considerable para la supervivencia de las tortugas marinas recién nacidas ya que estas partículas plásticas pueden provocar obstrucciones y carencias nutricionales. Es algo que pone peligro la supervivencia de todas las poblaciones de tortugas marinas, que pueden tardar décadas en alcanzar la madurez sexual. El estudio también sugiere que los microplásticos podrían tener enormes repercusiones para la red trófica del océano.

“Puede que estemos en las primeras fases del descenso o extinción de las poblaciones de especies asociadas a los microplásticos,” dice el coautor Branson W. Ritchie, veterinario con más de 30 años de experiencia en medicina exótica y director de desarrollo e implantación tecnológicos del Instituto de Materiales Nuevos de la UGA. “Pero un problema aun mayor es cómo están afectando los microplásticos al ecosistema oceánico. A medida que el plástico sigue fragmentándose en trozos de plástico cada vez más pequeños, criaturas muy pequeñas en nuestros océanos se convierten en consumidores potenciales de estos plásticos, comprometiendo toda la cadena alimentaria, ya que el plástico dentro de sus organismos inhibe su capacidad de absorber los nutrientes que necesitan para sobrevivir. Si el nivel de mortalidad que hemos observado en tortugas marinas recién nacidas también ocurre en el zooplancton, peces alevines y crustáceos, entonces seremos testigos de la completa alteración del ciclo vital del océano.”

Los investigadores recogieron 96 crías de tortuga marina que habían sido arrastradas hasta la playa a lo largo de un tramo del litoral de Florida entre Vero Beach y Lake Worth. El área está situada justo al sur del Refugio Nacional de Fauna silvestre Archie Carr, llamado así en honor al investigador que impulsó el movimiento para la conservación de las tortugas marinas. El refugio forma parte de la mayor área de anidación en Estados Unidos para las tortugas boba y verde. Más del 90 por ciento de la población de tortuga boba desova en Florida, dice el coautor Charles Manire, director de investigación y rehabilitación del LMC.

Casi la mitad de las 96 tortugas recuperadas fueron rehabilitadas y liberadas por el centro. Durante su tiempo en rehabilitación, todas revelaron cierta cantidad de plástico en sus organismos, dice la veterinaria Samantha Clark, que estuvo al cuidado de las tortugas. El resto murió y 27 fueron examinadas para su estudio. El 93 por ciento tenía alguna cantidad de partículas plásticas, llevando al equipo a concluir que muchas murieron debido a alguna obstrucción en su aparato digestivo o a una carencia nutricional asociada a la ingestión de plástico.

“Se sabe que las tortugas marinas confunden los plásticos con presas tales como cangrejos o huevas de pez o, en el caso de las tortugas marinas más grandes, bolsas de plástico por medusas,” explica Clark.

“Nuestros resultados sugieren que puede que muchas menos tortugas estén logrando sobrevivir el tiempo suficiente como para poder reproducirse, con implicaciones devastadoras para las siete especies de tortuga marina que luchan por sobrevivir,” dice Manire. “Si otras poblaciones de tortugas marinas están experimentando tasas de mortalidad parecidas, podemos prever que no habrán crías de tortuga marina suficientes que alcancen la madurez sexual para compensar las muertes naturales y asociadas a los humanos.”

Históricamente, los investigadores han estimado que solo 1 de cada 1.000 tortugas sobrevive el tiempo suficiente como para alcanzar la madurez sexual, pero varias estimaciones recientes sugieren que el número podría ser de 1 de cada 10.000.

A medida que el plástico se va acumulando en el entorno marino, aumentan los casos de ingestión de plástico en tortugas marinas. El plástico es la forma más común de basura marina. Se estima que globalmente se están viendo afectadas como mínimo 690 especies marinas, incluidas tortugas marinas, aves marinas, focas, leones marinos, ballenas, peces e invertebrados, que acaban enfermando o muriendo tras quedar enredados en los restos plásticos o debido a una obstrucción en sus organismos.

El estudio hizo otro destacable descubrimiento: Una vez ingeridas, las partículas de plástico pueden seguir fragmentándose hasta ser tan pequeñas que nunca hayan sido documentadas como plástico ingerido. Usando espectroscopia Raman y microscopía de fuerza atómica, el equipo distinguió ambos tipos de plásticos y los tamaños de las partículas halladas.

“Hallamos partículas que iban de los pocos milímetros a nanopartículas que medían de promedio 52 nanómetros, y los fragmentos más pequeños que hallamos medían 5 nanómetros,” dice Jason Locklin, director del Instituto de Materiales Nuevos de la UGA y coautor del estudio. “Cuanto más pequeñas son estas partículas, más inestables acaban siendo.”

“De las mesopartículas más grandes, el 54 por ciento eran partículas de polietileno y el 23,7 por ciento polipropileno”, dice el autor principal Evan White, científico del Instituto de Materiales Nuevos que analizó las partículas. “El polietileno es el plástico más común y se usa principalmente para embalajes, especialmente de alimentos. El polipropileno es el segundo plástico más comúnmente fabricado y tiene una amplia variedad de usos, incluido también el envasado alimentario.”

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