El domingo pasado la Antártida registró temperaturas de más de 20ºC por primera vez en la historia, una temperatura similar a la que registra Abu Dabi y Dubái por esta época del año.
Científicos brasileños en la isla Seymour, en la Península Antártica, registraron una temperatura sin precedentes de 20,75ºC. El nuevo registro sigue a otro registrado recientemente: el 6 de febrero una estación de investigación argentina en Esperanza midió 18.3ºC.
Ambas lecturas tendrán que ser verificadas por la Organización Meteorológica Mundial (WMO, por sus siglas en inglés), pero son consistentes con una tendencia en la Península e islas cercanas: aumentos de las temperaturas de casi 3ºC desde la era preindustrial, unas de las tasas más rápidas del planeta.
Las temperaturas en el continente helado varían de los 10ºC en la costa a los gélidos -60ºC en el interior. Sin embargo, la Península Antártica (el extremo noroeste cerca de América del Sur) es una de las regiones del planeta que más rápido se está calentando.
“Estamos viendo la tendencia de calentamiento en muchos de los lugares que estamos monitorizando pero nunca antes habíamos visto algo parecido,” decía Carlos Schaefer, que trabaja en un proyecto del gobierno de Brasil que revisa los efectos del cambio climático en el permafrost y biología en 23 lugares en la Antártida.
Los efectos varían por toda la Antártida, que comprende el suelo, islas y océanos al sur de los 60ºC latitud. Esta región almacena cerca del 70 por ciento del agua dulce del mundo en forma de nieve y hielo. Si se fundiera, los niveles del mar aumentarían entre 50 y 60 metros. Científicos de Naciones Unidas prevén que estos niveles aumentarán entre 30 cm y 110 cm para finales de este siglo, en función de los esfuerzos que haga la humanidad por reducir las emisiones y la sensibilidad de las capas de hielo.
Aunque las temperaturas en la Antártida oriental y central siguen relativamente estables, hay una creciente preocupación por la Antártida Occidental, donde el calentamiento de los océanos están debilitando los enormes glaciares de Thwaites y la isla Pine. Hasta ahora habían provocado una cantidad relativamente baja de aumento del nivel del mar, pero esto podría cambiar rápidamente si se producen aumentos sostenidos de la temperaturas.
En una expedición reciente con Greenpeace, periodistas del periódico The Guardian vieron glaciares que se habían retirado más de 100 metros en la bahía Discovery y enormes parches de tierra en la isla King George donde la nieve se ha había fundido en poco menos de una semana, dejando expuesto el suelo rocoso.
Aunque cada verano ocurren algunos grados de deshielo, los científicos dicen que en los últimos años este deshielo ha sido mucho más evidente, con aumentos más rápidos de la temperatura en invierno. Se cree que está detrás del alarmante descenso de más del 50 por ciento de las colonias de pingüino barbijo, una especie que depende casi exclusivamente del hielo.
Schefer dice que los datos de monitorización de estas áreas podrían indicar lo que les depara a otras partes de la región.
“Es importante tener áreas centinelas como las Shetland del sur y la Península Antártica porque pueden anticipar lo que ocurrirá en un futuro cercano,” dice.