Las poblaciones de colonias de pingüino barbijo (Pygoscelis antarcticus) han disminuido más de la mitad en todas las islas de la Antártida, lo que sugiere que “hay algo que no funciona” en el mayor ecosistema silvestre del planeta.
Después de más de un mes contando pollos en las islas Shetland del sur, los investigadores, embarcados en una expedición de Greenpeace, sospechan del calentamiento global como causa de este dramático descenso.
Con la ayuda de drones y contadores manuales, el equipo, formado por cuatro científicos de la Universidad de Stony Brook de los Estados Unidos, halló que cada una de las 32 colonias analizadas en la isla Elefante, la más septentrional de las islas Shetland del Sur e importante lugar para la especie, había sufrido descensos. En conjunto, el total de la población de pingüino barbijo había descendido más de la mitad, pasando de las 122.550 parejas reproductoras en 1971 a 52.786 en enero de 2020.
La misma historia se repite en la isla Livingston, donde el equipo tuvo que enfrentarse al fuerte oleaje para alcanzar las rocas de Hannah Point y realizar un censo que resultó en un número muy inferior a las estimaciones anteriores.
Las cifras concluyentes de cada isla no se publicarán hasta que finalice la expedición, pero los investigadores dicen que la tendencia está clara y es aterradora: las poblaciones de las colonias de pingüino barbijo están disminuyendo, dejando el nicho a otras especies de pingüinos como el pingüino papúa (Pygoscelis papua).
“Esto revela que algo no está funcionando en la ecología marina de la región o que algo ha cambiado drásticamente desde la década de 1970,” dice Noah Strycker, científico y autor del estudio, durante el estudio de campo en la isla Low.
La tasas de éxito reproductivo sigue consistente, añade, lo que significa que la causa del descenso es algo que afecta a las aves al llegar a la etapa adulta.
Los científicos creen que la causa más probable es la alteración del clima. El calentamiento provocado por los humanos ha hecho subir 5ºC las temperaturas en invierno y alrededor de la península antártica con respecto a los niveles pre-industriales. Recientemente, la región batió los 18,3ºC.
El hielo marino se está formando más tarde y fundiéndose más pronto, afectando al krill antártico y por tanto al barbijo, cuya dieta se basa casi enteramente de krill antártico (95%) y en peces y crustáceos (5%).
“Aunque pueden afectar otros factores, todas las pruebas que tenemos apuntan al cambio climático como responsable de los cambios que estamos viendo,” dice la Dra. Heather Lynch, uno de los investigadores principales de la expedición.
La investigación confirma resultados separados realizados en otras áreas menos remotas que sugieren que la Antártida tiene ganadores y perdedores climáticos. El pingüino papúa parece estar reemplazando al pingüino barbijo que depende estrechamente del krill, que a su vez depende del hielo. Los científicos describen al pingüino papúa como la “paloma del mundo de los pingüinos” dada su dieta variada, en la que se incluyen peces y calamares, y una capacidad para prosperar en un amplio abanico de condiciones.
Pero en este nuevo escenario hay muchos más perdedores que ganadores. La mayoría de las especies de pingüinos están sufriendo los estragos del calentamiento global. Hace dos años los científicos dieron la desalentadora noticia de que el 70 por ciento de la población de pingüino rey (Aptenodytes patagonicus), el segundo pingüino más grande después del pingüino emperador (Aptenodytes forsteri), podría desaparecer o verse obligado a encontrar nuevas áreas de reproducción para finales de siglo. Un estudio anterior halló que el 60 por ciento del hábitat del pingüino de Adelia (Pygoscelis adeliae) en la Antártida podría haber desaparecido.
Con descensos del krill antártico de hasta un 40 por ciento en algunas áreas en el océano Austral, existe la preocupación de un efecto en cadena en otros depredadores, incluidas ballenas y focas leopardo.