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La venganza de los albatros: las aves marinas exponen la pesca ilegal

Enganchada en palangres, enredada en redes, abatida a tiros por los marineros y despreciada por los poetas al considerarla un mal presagio, la mayor ave marina del mundo es ahora un espía en la línea de combate contra la pesca ilegal.

En realidad, el escuadrón formado por 169 albatros equipados con dispositivos de comunicación de última tecnología reveló que es muy probable que un tercio de los barcos que faenan en aguas antárticas por debajo del océano Índico estén llenando sus bodegas ilegales con merluza negra, krill y otra fauna marina.

En alta mar, más allá de las zonas económicas nacionales, todo se permite.

Pero uno de los caladeros preferidos en esa región yace dentro de aguas territoriales de África del sur, alrededor de las islas Príncipe Eduardo y Marion y cerca de las islas Crozet y Kerguelen.

“Es la primera vez que obtenemos una estimación así para detectar pesqueros ilegales,” dice Henri Weimerskirch, biólogo marino del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia y autor principal del estudio publicado en la revista PNAS.

Durante seis meses desde noviembre de 2018, los albatros, con una emvergadura equivalente al tamaño de un coche pequeño, patrullaron más de 47 millones de kilómetros cuadrados de mar abierto.

Las aves están perfectamente adaptadas para la misión, dice Weimerskirch. Recorren enormes distancias y se ven particularmente atraidas por los pesqueros, en especial por el pescado o partes de éste que se tiran por la borda.

Para convertir a los albatros en espías de altos vuelos, un equipo de científicos diseñó un dispositivo ligero con una antena GPS para rastrear la posición, otra para detectar el radar de los barcos, una tercera para enviar datos a los científicos y un pequeño panel solar para alimentar los dispositivos.

Las unidades se montaron en la espalda de las aves, que no se vieron afectadas por la carga adicional.

Todos los barcos registrados tienen un sistema de identificación automática (AIS, por sus siglas en inglés) que se supone han de tener activado.

“En determinados barcos chinos y españoles la señal desaparecía de repente cuando se acercaban a una zona económica”, dice. Eso significa que estaban pescando en un límite de área, un problema para las autoridades y los conservacionistas que intentan impedir que los buques piratas saqueen los océanos de vida marina.

Pero aun cuando un barco apaga su sistema AIS, sigue necesitando un radar para navegar y evitar colisiones, algo que dio a los investigadores algo más en lo que centrarse.

Los albatros pueden ver un barco a 30 km de distancia y se acercarán sistematicamente para un examen más detallado: “Son como drones, solo que inteligentes.”

Cuando un albatros se centra en un barco, su registrador detecta la señal de radar y envía las coordenadas a los científicos.

De los 353 contactos de radar realizados, en torno al 30 por ciento procedían de barcos que habían parado sus AIS. Si estuvieran en aguas nacionales, es una señal probable de actividad ilegal, informan los científicos.

Denigrada en la épica “The Rime of the Ancient Mariner” del poeta inglés Samuel Taylor Coleridge en 1798 y ridiculizada por el poeta francés Charles Pierre Baudelaire al describirla de “desgarbada ave en la cubierta de un barco”, parece que finalmente los albatros han cambiado las tornas.

La misión, llamada Ocean Sentinel, forma parte de un programa más amplio que explora el uso de animales para la recopilación de datos para objetivos de conservación.

También se está probando en Nueva Zelanda y Hawai. La tecnología podría adaptarse a otras criaturas marinas tales como tiburones y tortugas.

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