El trágico desenlace ha provocado fuertes críticas, en especial por parte de Morten Jørgensen, autor del libro “Polar Bear on the edge – Heading for Extinction while Management Fails“.
“Si una comunidad humana en el Ártico no puede manejar la presencia de un sólo oso polar sin tener que entrar en pánico y recurrir a las armas, entonces la actitud de la presencia humana demuestra estar podrida hasta la médula,” decía.
Kjerstin Askholt, gobernador del archipiélago de Svalbard en Nourega, informaba en una rueda de prensa que la medida tuvo que tomarse porque “en los últimos días el oso había estado merodeando el asentamiento de Longyearbyen y suponía una amenaza para la gente del pueblo.”
En un vídeo publicado en una red social pudo verse al oso polar deambulando por el centro de Longyearbyen, mirando por las ventanas, antes de seguir caminando lentamente por la calle.
En ningún momento mostró signos de agresividad, limitándose a husmear en los contenedores de basura.
En relación a la actuación del gobierno, Morten Jørgensen dice que las autoridades noruegas carecen de respeto por una especie protegida.
“Los representantes de la nación más ingeniosa del mundo decidieron matar a un representante de una especie protegida que no había mostrado ningún tipo de agresividad. En todas partes del Ártico, la gente ha convivido con los osos polares durante miles de años”, dice, y señala tanto a Rusia como Canadá, donde los osos entran de manera frecuente en asentamientos humanos árticos.
El pasado invierno, un grupo de más de 50 osos polares entraron en el pueblo de Belushya Guba, una ciudad militar en Novaya Zemlya. Las autoridades regionales decidieron declarar el estado de emergencia hasta que los osos abandonaran el pueblo.
En referencia a los argumentos del gobernador de que no se disponía de recursos para proteger a los habitantes de Longyearbyen en ese momento del año, Jørgensen dice: “Qué será lo próximo, ¿vender su piel al mejor postor?”
Añade que es necesario un enfoque radicalmente distinto.
“La actual política de gestión en Svalbard se basa en el miedo y la arrogancia,” dice. “Miedo a un oso en lugar de comprensión y respecto, y la arrogancia que yace en todos los aspectos del enfoque del uso de armas.
Dice que hay multitud de formas en las que la gente de Longyearbyen y este oso polar podrían haber coexistido, “pero dependía de una mentalidad fundamentalmente distinta’, dice.
“Si el respeto, la humildad y la educación se hubieran antepuesto a la idea de que tenemos derecho a matar en última instancia, este oso seguiría hoy con vida.”
Este mismo oso fue anestesiado y marcado en abril de 2016 en Adventdalen, cerca de Longyearbyen. Fue trasladado en avioneta a Kinnvika en Nordaustlandet, a más de 200 km de Longyearbyen. En esta ocasión, en palabras del gobernador, no fue posible un proceso similar debido a la falta de personal experto.
El oso polar es la especie de oso más grande del mundo y tiene una distribución circumpolar. Los machos pesan entre 300 y 700 kg. Según el Instituto Polar Noruego, hay 19 poblaciones distintas definidas de osos polares en el Ártico, con una población total estimada de entre 20.000 y 25.000 osos.
Los osos hallados en Svalbard son parte de la población del mar de Barents, que migran con el hielo hacia Franz Josef Land de Rusia. Esta población europea del Ártico se estima entre 1.900 y 3.600 individuos.
La caza de osos polares fue prohibida en Svalbard en 1973, tras 100 años de explotación intensiva.
En su commedor libro, Jørgensen llama al oso polar “icono de toda la humanidad” y cita: “Entre las categorías de “megafauna carismática”, el oso polar se encuentra en lo más alto, junto a especies tales como el elefante, el rinoceronte, el canguro, los grandes felinos, las ballenas y los delfines. Podría llegar a incluso a rivalizar con especies como el tigre dientes de sable y el mamut, solo cabe esperar que no se una pronto a sus filas.”
Los osos polares no sólo están amenazados por la pérdida de hielo marino debido al calentamiento global, que obliga a los osos a adentrarse en nuevos entornos, sino también por la continuada caza de trofeos que lleva afectando a la población desde hace décadas.
En Canadá, la caza de trofeos ha tomado proporciones devastadoras. Durante años, los machos adultos con las mejores pieles son las principales víctimas. La eliminación de estos machos con mejores genes conlleva un deterioro de la población, que se beneficiaría de la fuerza y experiencia de estos individuos. La caza por trofeos está llevando a una degeneración evolutiva, aumentando características menos deseables.
En 2013, una piel de oso polar de 3,3 metros se vendió por 20.500 dolares canadienses, en 2014, el precio de otra alcanzó los 40.000 dólares. Recientemente fue vendida una piel de oso a un cliente chino por 80.000.