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Los excrementos de los pingüinos son clave para la vida en la Antártida

La Antártida está rebosante de vida microscópica (ácaros, tardígrados, nematodos,..) invisibles al ojo humano. En realidad, la Antártida está llena de epicentros de biodiversidad gracias a los excrementos de los pingüinos y los elefantes marinos.

Un nuevo estudio publicado en la revista Current Biology examinó cómo grandes animales consumidores de pescado traen nutrientes a tierra a través de sus excrementos. Sus excrementos alimentan el ciclo que da vida al continente helado.

Los científicos ya saben que la disponibilidad de agua y la temperatura son factores que influyen en la vida en este árido ecosistema, pero este estudio es el primero que examina el impacto de los excrementos en el entorno.

Se sabe que muchos animales tales como las ballenas o los hipopótamos benefician sus ecosistemas con sus excrementos, pero estos animales viven en entornos con mucha más vida que el polo sur. El clima frío y seco de la Antártida no son tan amigables con la biodiversidad.

Los autores llevaron a cabo su estudio enviando a la península antártica al Dr. Stef Bokhorst, ecólogo de la Universidad Libre de Ámsterdam, donde recogió muestras de tres lugares cerca de colonias de elefantes marinos y pingüinos para comprobar los niveles de nitrógeno. Luego midió la abundancia de organismos vivos, incluidos diminutos invertebrados invisibles al ojo humano, así como líquenes y musgo.

El equipo halló que, por lo general, los líquenes y el musgo no se veían afectados por la materia fecal, pero sí los microartrópodos (ácaros y colémbolos). Estos animales eran entre dos y ocho veces más abundantes en las regiones con materia fecal muestreadas. Los tardígrados tampoco se veían afectados pero en cambio los colémbolos y los ácaros sí. Incluso se hallaron nematodos depredadores, lo que reveló una mini red trófica en acción.

Uno de los hallazgos tal vez más sorprendentes es que se ven beneficiados animales microscópicos (ácaros y calémbolos) situados a más de 1 km de la colonia. Es decir, los nutrientes no solo están donde caen depositados los excrementos. El nitrógeno puede viajar varios miles de millas desde los litorales donde se encuentran los pingüinos y elefantes marinos al evaporarse, en parte, como gas amoníaco que luego el viento transporta al interior.

Usando datos recopilados y las ubicaciones de otras colonias de pingüinos a las que Bokhorst no pudo acercarse, su equipo cartografió los probables epicentros de biodiversidad en toda la península antártica.

El estudio también subraya lo interconectado que está el ecosistema del continente y, por tanto, su vulnerabilidad a la actividad humana.

El estudio demuestra el importante papel que desempeñan vertebrados marinos tales como pingüinos y elefantes marinos en sus ecosistemas.

También revela el peligro que corremos si los perdemos, dice Bokhorst. Y algunas poblaciones se enfrentan ya a graves amenazas.

Un colonia entera de pingüinos no se ha recuperado desde 2016, cuando una tormenta provocó la desaparición de miles de huevos y pollos. Eventos como este podrían ser cada vez más frecuentes a medida que se vaya calentando el clima, amenazando hábitats clave para grandes animales de la Antártida. La península, en particular, sufrió un rápido calentamiento a finales de 1990 y, si continua, serán malas noticias para los animales que dependen del hielo para reproducirse y sobrevivir.

Y si perdemos a estas grandes especies carismáticas, estos epicentros de biodiversidad podrían empezar a colapsar.

Además, la llegada del turismo significa que existe una posibilidad creciente de que se traigan semillas e incluso insectos, que podrían beneficiarse del suelo enriquecido y establecerse, amenazando a las especies nativas.