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El calentamiento de los océanos está destruyendo las poblaciones de aves marinas

Un año después de que cientos de miles de araos comunes, un ave marina abundante del Pacífico Norte, murieran de hambre y vararan en las playas entre California y Alaska, los investigadores han determinado que la causa se debe a un aumento inusual de las temperaturas del océano que afectó al diminuto pez del que se alimentan.

Las temperaturas elevadas del agua marina afectó a la fauna silvestre en un par de importantes ecosistemas marinos a lo largo de la costa oeste y Canadá, dice John Piatt, biólogo del Servicio Geológico de los Estados Unidos. El arao común es un indicador de la salud de la región.

“Si cientos de miles mueren es porque no hay pescado en una área muy grande,” dice.

El arao común, con el aspecto parecido al de un pinguïno, puede volar varias millas buscando bancos de peces y sumergirse a casi 600 pies de profundidad para capturarlos. Sin embargo, el elevado metabolismo del ave significa que tiene que comer grandes cantidades. Si no ingiere presas diariamente que supongan entre el 10 y el 30 de su masa corporal, en tres días pueden llegar a consumir sus reservas de grasa a un umbral crítico de hambruna.

El arao común come pequeños peces forrajeros: capelán y abadejo. Ambas especies estuvieron en gran parte ausentes cuando el Servicio Nacional de Pesca condujo sondeos en verano de 2015. Y el arao común pagó el precio. Voluntarios e investigadores federales contabilizaron el año pasado los cuerpos sin vida de 46.000 araos en Alaska y otros 6.000 en California, Oregon y Washington.

Las mortandades de aves marinas ocurren periódicamente, pero esta fue espectacular. Solo una fracción de las aves marinas muertas llegaron a la costa, dice Piatt. Y solo se examinó una fracción del litoral de Alaska. Una extrapolación conservadora indica que murieron más de 500.000 araos, dice Piatt.

Casi todos presentaban desnutrición. Cuando las aves no pueden alimentarse van consumiendo su propia grasa y proteína hasta que pierden cantidades letales de masa corporal.

“No pueden mantenerse calientes y mueren,” dice Piatt. “Es una muerte agonizante y horrible. Y para colmo, algunas probablemente murieron ahogadas.”

Desde de 2014, la temperatura en los 300 pies de agua fue de hasta 4,5ºC más caliente de lo normal. Los científicos creen que fue el resultado de un sistema inusual de alta presión que se instaló a fines de 2013 en el noreste del Pacífico, calmando las aguas oceánicas y haciendo que estas no se enfriaran en invierno como suele ser habitual. Esto llevó a unas aguas superficiales usualmente calientes y a las que un meteorólogo de la Universidad de Washington llamó “la mancha” (The Blob)

Los peces forrajeros se alimentan de zooplancton y el agua fría produce las versiones más grandes y grasas, dice Shannon Atkinson, fisióloga e investigadora en la Universidad de Alaska Fairbanks.

“Eso significa que no hay mucha energía, y la energía que se transfiere a la cadena alimentaria no es energéticamente rica,” dice.

Las temperaturas calientes del océano también afectan a peces grandes del Pacífico Norte tales como el halibut, el bacalao, el abadejo y la platija japonesa, dice Piatt. Su metabolismo aumenta a medida que lo hace la temperatura, y tienen que consumir más.

“El alimento dominante para estos peces es el abadejo juvenil, el capelán y los ammodítidos,” dice Piatt. “Estos peces compiten ahora directamente con las aves y, típicamente en la mayoría de estos ecosistemas del norte, los peces más grandes comen estas especies en un orden de magnitud mucho mayor que las aves marinas y mamíferos juntos.”

Las tasas de recuperación de los cuerpos volvieron a sus niveles normales en julio de 2016, dice Piatt. Sin embargo, el arao común sigue teniendo problemas para encontrar alimento y así queda reflejado en su éxito reproductivo.

“En 2016 se produjo un fracaso reproductivo en las 230 colonias del golfo de Alaska donde nidifica, así como en el Mar de Bering,” dice Heather Renner, biólogo en el Refugio Nacional de Fauna Silvestre de Alaska,

Para Piatt no hay duda de que el calentamiento del Pacífico fue la causa definitiva de la mortandad de arao común.

“Murieron de hambre porque no había alimento,” dice Piatt. “Y no había alimento porque no había peces. Y no había peces porque estas aguas calientes hicieron algo en ellos.”

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