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La política anti-ballenera parece abandonarse

(from theage.com.au) Nada ha cambiado, dijo en repetidas ocasiones el Primer Ministro Kevin Rudd, intentando calmar a los más escépticos sobre su política sobre la caza de ballenas.

Pero ese es el tema. Rudd tranquilizó las demandas de los australianos de tomar acciones legales contra Japón a través de vías diplomáticas en primer lugar, reservando como última instancia acudir a los tribunales. Ahora, con un vigor que no se veía desde hacía décadas y tras seis meses prometiendo que se ocuparía de la lucha contra la caza de ballenas en el Océano Antártico, Rudd abandonó Tokio ayer sin haber alcanzado ningún acuerdo diplomático.

En su lugar, y usando el lenguaje fracasado del gobierno de Howard, dijo que los dos países ‘acordaron estar en desacuerdo’.

Nada había cambiado.

Esto aumenta los temores que el Gobierno de Rudd haya evitado ofender a su cliente exportador más importante de Australia, rebajando el tono con que inició su campaña.

No deja de ser curioso, ya que las encuestas muestran reiteradamente que la acción contra la caza de ballenas ya no es una discusión entre los australianos. En una encuesta reciente esta semana, el 91% de los encuestados dijo que se deberían tomar acciones legales internacionales, incluso si con ello se compromete nuestra relación con Japón.

Australia puso su atención sobre la caza de ballenas enviando al buque patrulla Oceanic Viking para vigilar la flota.

El millón de dólares parecía un precio relativamente pequeño en comparación con las repercusiones mundiales tras la aparición en los medios de las imágenes de la caza de ballenas. Sin embargo, las pruebas reunidas por el Oceanic Viking aún no han sido analizadas.

El asesor legal procedente de Oxford, el profesor en derecho internacional James Crawford, ha entrado en contacto con el Gobierno aun que no ha trascendido el contenido de dichos contactos. Las acciones legales siguen siendo una opción.

Mientras tanto, el lobby ballenero japonés está llegando a un punto crítico en sus demandas por la reanudación de la caza comercial de ballenas ante la Comisión Ballenera Internacional dentro de doce días en Santiago.

En los últimos años Australia, más que ningún otro país, ha lanzado ofensas verbales a Japón por sus incansables intentos de tomar el control de la IWC. Ahora, Rudd está haciendo hincapié en la importancia del  proceso de reforma de la IWC.

Rudd puede estar seguro de que si países como Australia no logran detener la caza de ballenas del Océano Antártico, ecologistas como los activistas de Sea Shepherd lo harán.

Artículo Completo (Inglés) 

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