Ocean Sentry
Según informaban las autoridades locales, el lunes moría uno de los cuatro delfines salvajes capturados y enviados recientemente a Corea del Sur procedentes de Taiji, una ciudad japonesa cuyas capturas de delfines han levantando la polémica.
El delfín mular murió en el Jangsaengpo Whale Museum inaugurado en 2005 en la costa este de la ciudad de Ulsan, un antiguo puerto ballenero.
Según informan las autoridades locales, el delfín dejó de comer hacía una semana.
El delfín era uno de los cuatro delfines enviados en octubre procedentes de Taiji, una ciudad en la prefactura de Wakayama en Japón que cada año, entre setiembre y marzo, confina a miles de delfines en una cala de aguas poco profundas de la costa donde son masacrados.
Los pescadores de Taiji han intentado ocultar esta matanza de los testigos forasteros sin embargo, las horribles secuencias han aparecido en Internet y en la reciente película ‘The Cove’, fomentando la mala fama de la ciudad entre ecologistas y activistas por los derechos de los animales.
Los residentes niegan los argumentos de que los delfines sean especiales y dicen que matar y comer a los mamíferos marinos es una tradición consagrada.
Aquellos delfines que no se masacran son exportados a acuarios y delfinarios de todo el mundo y se emplean en actuaciones de entretenimiento y en programas de ‘nada con delfines’.
Los críticos argumentan que la captura de delfines salvajes y su confinamiento en desolados tanques es extremadamente estresante y especialmente cruel para estas criaturas inteligentes y sociales a las que se entrena para realizar trucos empleando la hambruna como incentivo.
Si bien la captura de todos estos cetáceos está prohibida en Corea del Sur, los pescadores de Ulsan han estado exigiendo la reanudación de la caza de ballenas.
