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La Gran Barrera de Coral se enfrenta a una nueva amenaza: la creciente deforestación terrestre

El blanqueamiento coralino y los efectos del cambio climático en la Gran Barrera de Coral han centrado el foco internacional, sin embargo ha surgido otra amenaza para esta maravilla natural: la tala sistemática de la vegetación autóctona.

La costa este de Australia está considerada un “frente mundial” para la deforestación – equiparada con la de Brasil y la República Democrática del Congo -, con una de las tasas más altas de tala del mundo.

Usadas predominantemente para pastos, las 1,4 millones de hectáreas de vegetación remanente se ha talado desde 2010. El pasado mes, un informe del gobierno reveló que solo entre 2015-2016 fueron deforestadas 395.000 hectáreas de tierra.

Expertos ambientalistas han advertido que si estas cifras siguen sin controlarse, el paisaje natural de la región corre peligro de un daño irreversible.

La profesora asociada Martine Maron, subdirectora del Centro para la Ciencia de la Biodiversidad y Conservación de la Universidad de Queensland, explica cómo los efectos de esta tala en tierra puede afectar a los sistemas de arrecife.

Debido a un proceso conocido como “erosión por cárcavas”, a medida que avanza la erosión por arroyaderos los canales van siendo cada vez más profundos. El terreno queda disectado, lo que imposibilita el tránsito o el cultivo. El agua arranca y transporta partículas del fondo y paredes del canal en las que pueden producirse deslizamientos, lo que genera cantidades importantes de material que pueden acabar vertidos en la Gran Barrera.

Maron destaca que la sedimentación reduce la salud de los corales y la hierba marina bloqueando la luz solar e impidiendo el crecimiento del coral. En grandes cantidades, tales sedimentos pueden afectar a la resistencia del arrecife y a su capacidad de recuperarse de un evento de blanqueamiento.

En resumen, la sedimentación asfixia el coral obstaculizando la capacidad fotosintética.

El Ministro de Medio Ambiente del estado de Queenland, Steven Miles, comparte las inquietudes de Maron, y ha descrito la tasa actual de deforestación como “de catastrófica”.

Miles destaca la necesidad de una legislación para combatir la galopante deforestación, añadiendo que está a favor de políticas incitativas que animen a los terratenientes a evitar la tala y volver a plantar las zonas ribereñas.

La organización sin ánimo de lucro Wilderness Society en colaboración con la World Wildlife Fund, publicaron un análisis conjunto que concluyó que otras 1,02 millones de hectáreas de tierra han sido asignadas para ser deforestadas en Queenland. Las cifras indican que la tasa de tala propuesta podría ser un promedio de 850.000 hectáreas al año.

Maron concluye que sin medidas preventivas para frenar la deforestación, la Gran Barrera de Coral se enfrentará a la amenaza adicional de la contaminación por sedimentación.

“Seguiremos viendo como se van intensificando las presiones en el arrecife si la tala continúa en un momento que en lo que necesitamos es protegerla como mejor podamos de cada amenaza potencial,” dice.

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