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Nigel, right, built a nest out of sticks and mud for his concrete friend. Photo: New Zealand Department of Conservation

Nigel, el ave más solitaria del mundo, muere junto al señuelo de cemento del que se enamoró

Nigel murió mientras vivió, solo, en los acantilados de isla Mana, Nueva Zelanda, rodeado de figuras de cemento en forma de ave. 

Funcionarios de fauna silvestre de isla Mana, la más pequeña de dos islas situadas en la costa sudoeste de la Isla Norte de Nueva Zelanda, colocaron hace cinco años varios señuelos de cemento con forma de alcatraz australiano (Morrus serrator) por los acantilados con la esperanza de establecer una colonia de alcatraces allí. Los señuelos emitían el sonido de las llamadas de la especie. El Morrus serrator es un alcatraz autóctono de Australia, Tasmania y Nueva Zelanda, donde anida en grandes colonias a lo largo de la costa de las islas. Se calcula que hay entre 70.000 y 75.000 parejas reproductoras.

Nigel, un alcatraz australiano, se vio atraído a la desolada isla, llegando en 2013 y convirtiéndose en el primer alcatraz en la isla en 40 años. Pero ninguno más de sus compañeros se unió a él.  

Ante la ausencia de un ave viva, Nigel se enamoró de una de las 80 aves de cemento.

Incluso le construyó un nido. Año tras año le habló y acicaló a su pareja, “gélida y con plumas de cemento”.

La semana pasada, Nigel fue hallado muerto a su lado en ese nido de amor no correspondido, con el vibrante plumaje anaranjado de su cabeza contrastando como nunca antes con la desgastada pintura amarilla de “ella”.

“Nunca recibió nada a cambio y eso debió ser una experiencia muy extraña,” decía el guardabosques Chris Bell, que también vive en la isla y quien encontró el cuerpo sin vida de Nigel.

Mientras persistía en su inútil cortejo, Nigel amasó una base de admiradores. Mana es una reserva científica que, al igual que otras islas de Nueva Zelanda, ha sido el foco de varios esfuerzos de reforestación y de erradicación de roedores. Friends of Mana Island, uno de los grupos que ha plantado árboles y arbustos, decía en su página en Facebook que Nigel “conquistó los corazones” de los miembros y voluntarios que “pasaron muchas horas a lo largo de los años manteniendo la colonia de cemento.”

Otro alcatraz pasó cierto tiempo en la isla el año pasado. Lamentablemente, era un macho llamado Norman.

Tal vez la parte más triste de esta historia es que el pasado mes llegaron tres alcatraces, después de que los funcionarios mejoraran el sistema de sonido usado para atraerlos.

Nigel no les prestó ninguna atención.

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