El neozelandés que admitió haber apaleado a muerte a 23 lobos marinos, incluyendo a dos cachorros recién nacidos, en la colonia de la Isla Sur, en Nueva Zelanda, ha sido sentenciado a dos años de cárcel.
Se dice que Jason Trevor Godsiff, de 20 años, empleó una barra galvanizada en el ataque cerca de Kaikoura, a 180 kilómetros al norte de Christchurch, en diciembre.
El Departamento de Conservación describió el ataque como de “cruel y cobarde.”
El abogado de Gosiff explicó al tribunal del distrito Blenheim que Godsiff consideraba a los lobos marinos como una peste que roban las capturas de los pescadores y que, habiendo crecido en una granja donde se disparaba a otras pestes como conejos y pósums, pensó que era igualmente aceptable matar a los lobos marinos.
El juez rechazó el argumento, diciendo que a nadie parecería aceptable matar a los lobos marinos de la forma en que lo había hecho él.
Hablando en diciembre tras el ataque, un agente por la conservación dijo que la creencia de que los lobos marinos compiten por las capturas de los pescadores estaba fuera de lugar.
‘Este no es el caso. Estudios en los lobos marinos de Kaikoura indican que se alimentan principalmente de peces linterna que no son objetivo de la pesca.’
Debido a la naturaleza del ataque, el Departamento de Conservación elevó la acusación contra Godsiff de un total bajo la Ley de Protección de Mamíferos Marinos, que conlleva a una pena máxima de seis meses de presión, a la Ley de Bienestar Animal, con un máximo de cinco años.
Otro hombre acusado por un caso igual al de Godsiff se ha declarado no culpable y está en espera de juicio.