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Four North Atlantic right whales engage in a social active group in an undated photo. Credit: Peter Duley, NEFSC/NOAA

Monitorizar las llamadas de la ballena franca del Atlántico Norte podría evitar más muertes

Usar el sonido para monitorizar la presencia de ballenas francas del Atlántico Norte podría ayudar a proteger a esta especie en peligro crítico de más interacciones mortales con los humanos, según ha hallado un nuevo estudio.

Monitorizar las inconfundibles llamadas de las ballenas francas con micrófonos submarinos podría ayudar a los reguladores a evitar que entren en contacto con equipos de pesca y grandes barcos, dos causas importantes de la muerte de esta especie protegida, según un estudio científico en el que han participado casi 20 organizaciones científicas.

El año pasado fue catastrófico para la población de ballena franca del Atlántico Norte. Dieciocho de ellas – el 4 por ciento de la población de 450 individuos – fueron halladas muertas frente a la costa este de Canadá y el atlántico canadiense. Más de una docena fueron encontradas en el golfo de San Lorenzo de Canadá, que tradicionalmente no se ha considerado nunca parte del hábitat principal de la especie.

Ninguna de las ballenas muertas han sido halladas en el golfo de Maine, pero la preocupación por la cantidad de equipos de pesca en el golfo ha llevado a una mayor regulación en la pesca de langosta en el estado, obligando a los pescadores a modificar sus equipos de pesca para reducir la posibilidad de enredos. Las muertes del año pasado llevaron a tres grupos medioambientales a demandar el pasado mes al gobierno estadounidense por lo que señalan son modificaciones todavía inadecuadas en los equipos de pesca.

Los hábitats migratorios de la ballena franca se pueden monitorizar con micrófonos submarinos que registran su ubicación a lo largo del litoral oriental, dicen los científicos.

Grabar sus llamadas puede ser más fiable que los avistamientos visuales, ya que los micrófonos pueden detectar las ballenas en todo momento, independientemente de si están sumergidas. Con frecuencia, los sondeos visuales – el método tradicional para el recuento de la población – se ven limitados por las condiciones climáticas, la luz del día y la proximidad de las ballenas a la superficie.

Los micrófonos submarinos, con capacidad de transmisión, pueden alertar a los barcos para que aminoren la velocidad, reduciendo la posibilidad de colisiones.

“Las boyas científicas equipadas con transmisores de datos es una tecnología muy cara”, dice Sean Hayes, jefe de la sección de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica en Woods Hole, Massachussets.

Aunque se espera que su coste disminuya en los dos próximos años, la capacidad de transmisiones en directo que permitirían a los reguladores responder de forma rápida desviando la actividad pesquera o reduciendo la velocidad de los barcos en áreas con ballenas francas se prevé que siga siendo cara.

Hayes dice que la idea de desplegar más micrófonos de datos no se ha descartado, dada la situación de urgencia de la ballena, pero los fondos para financiar el proyecto se enfrenta a una ardua batalla con los recortes presupuestarios propuestos por la administración Trump para la NOAA y otras agencias federales.

Sean Todd, jefe de ciencias marinas de la Escuela del Atlántico en Bar Harbor y colaborador en el estudio, dice se precisa más monitorización en directo, especialmente en Canadá, con menos protecciones para la ballena franca.

“La migración de la ballena está cambiando tan deprisa que es difícil poner medidas preventivas dentro de un periodo efectivo”, dice. “Esperemos que la monitorización acústica en tiempo real y nuestra mejora en el conocimiento de los movimientos de la especie lleven a menos muertes en el futuro.”

Todd ha expresado su frustración de que la NOAA se enfrente a recortes en lugar de disponer de más fondos para estudiar el cambio climático. Por otro lado, el gobierno federal canadiense se está tomando el problema y la crisis de la ballena franca muy en serio, añade.

“No hay duda de que el cambio climático está ocurriendo,” dice. “Es ridículo que esto sea un debate político.”

El estudio ha revelado que la ballena franca está pasando menos tiempo en la bahía de Fundy y el norte del golfo de Maine, que se está calentando más rápido que el 99 por ciento de los océanos del mundo, y se ha estado congregando en grandes números en la bahía de Cape Cod.

Los investigadores han planteado la hipótesis de que las migraciones de la ballena franca se hayan visto afectadas por el cambio climático, que ha llevado al plancton del que se alimenta a desplazarse hacia el norte hacia aguas más frías.

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