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Madagascar lucha por preservar lo que queda de sus manglares

Los aldeanos malgaches trabajan a contrarreloj insertando plántulas de manglar para reemplazar las secciones destruidas – debido principalmente para la obtención de leña y como material de construcción. En solo dos décadas, Madagascar ha perdido casi una quinta parte de su superficie de bosque de manglares, exponiendo su litoral a los estragos de las olas y reduciendo los hábitats de cría para especies como cangrejos y camarones, dos exportaciones clave.

Con la subida prevista del aumento del nivel del mar debido al calentamiento global, los aldeanos se apresuran a intentar deshacer el daño con ayuda de la organización WWF.

“El nivel del mar sigue aumentando y todo se va con él,” lamenta Clement Joseph Rabenandrasana, un pescador de cangrejos de 36 años que ha viajado varios kilómetros desde su hogar en Beanjavilo a Amboanio, en la costa occidental de la isla, para colaborar como voluntario en el programa de replantación de dos días.

Amboanio es un poblado formado por unas 50 personas en la región de Melaky y que depende fuertemente de la acuicultura.

“Los manglares nos protegen,” dice Rabenandrasana, admitiendo que solía talar manglares para aumentar su precario ingreso de entre 50 y 80 euros al mes.

Rabenandrasana y otros en la isla del océano Índico solían vender madera de mangle para la elaboración de vigas para la construcción así como para usos personales como cocinar y calentarse.

“Nos hemos dado demasiado tarde de la importancia de este ecosistema,” dice Eric Ramanitra del WWF, que lidera el proyecto para sensibilizar a los locales sobre la función indispensable de los manglares.

Hallados en las regiones tropicales y subtropicales del planeta en más de 120 países, los manglares no solo sirven como lugares de cría para infinidad de especies, sino que también filtran y protegen las áreas costeras de la fuerza de las olas avivadas por los ciclones.

“No sabía que los peces ponían sus huevos en los manglares,” dice Samuel Razafimamonjy, otro voluntario de 59 años.

Los manglares también absorben y almacenan enormes cantidades de dióxido de carbono – uno de los gases de efecto invernadero que están provocando el calentamiento del planeta.

El proyecto del WWF está ayudando a la gente a replantar los bosques de manglares y a encargarse de gestionar y proteger el valioso recurso en un país azotado por la inestabilidad política y la corrupción.

“Actualmente hay zonas dedicadas donde la comunidad local tiene que dar su consentimiento para la tala y se ha impuesto un límite al tamaño de las plantas que puede extraerse,” dice Ramanitra.

Pero el WWF también ha encontrado otras formas de compensar la venta de manglares que locales como Rabenandrasana sacrifican de forma voluntaria.

Rabenandrasana captura cangrejos desde una pequeña barca entre los canales de manglares cerca de su casa.

Ahora sabe que solo puede llevarse aquellos más grandes de 10 cm y dejar a los más jóvenes y a las hembras con huevos para combatir la sobrepesca.

Los cangrejos más grandes se venden a mejor precio y Rabenandrasana ha visto como su captura se cuadriplica a la vez que ayuda a preservar la población de cangrejos para el futuro.

Una investigación publicada en la revista Remote Sensing en 2016 reveló que Madagascar alberga el 1 por ciento de los manglares del mundo, con ocho especies endémicas.

La planta del manglar puede oscilar de los pequeños arbustos a árboles de decenas de metros de altura.

Según el estudio, los mapas por satélite han revelado que la isla ha perdido cerca del 21 por ciento – unas 57.350 hectáreas – de manglares entre 1990 y 2010.

Los manglares que quedan están amenazados por el aumento del nivel del mar y por los enormes vertidos de arena procedentes de los ríos que están alterando el frágil equilibrio entre agua dulce y agua salada que necesitan para prosperar.

Madagascar fue uno de los 15 países en el mundo más afectados por los eventos climáticos extremos entre 1997 y 2016, según la organización Germanwatch.

Se estima que cada año se pierden manglares a un ritmo de entre un 1 y un 2 por ciento. Las principales causas son la conversión de bosques de manglares para fines agrícolas y la acuicultura, la sobreexplotación maderera y la erosión.

Fenómenos naturales como las tormentas tropicales y el aumento de las temperaturas y el nivel del mar también han contribuido, señala el estudio, que estima seguirán aumentando según las proyecciones de cambio climático.

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