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Oso polar en peligro debido a la contaminación del hombre

La supervivencia del oso polar a largo plazo se está viendo amenazada por la contaminación humana que llega al Ártico.

Esta conclusión llega tras un exhaustivo estudio de investigación sobre el efecto que ejercen los productos químicos industriales tales como el mercurio y los organoclorados en los osos polares.

El examen sugiere que estos productos químicos tienen un alcance de efectos subclínicos. Cuando se combinan pueden tener un impacto fatal en los huesos, órganos y sistemas reproductivo e inmune de los osos.

El estudio, resultado de un análisis de más de una década de investigación sobre los efectos de la contaminación en los osos polares, aparece publicado en la revista Environment International.

Entre estos contaminantes de origen humano, que llegan a la región polar ártica a través del aire y agua, se incluyen metales tóxicos como el mercurio, contaminantes organoclorados (OHCs) incluyendo organoclorinas y polibromodifenil éteres (PBDEs) y compuestos químicos perfluorinados (PFCs) empleados por la industria en fluidos aislantes como refrigerantes, espumas y electrónica y agentes de control de plagas.

A menudo estos productos químicos son liposolubles y acaban acumulados en el tejido graso de muchos animales que luego son presa de máximos depredadores como el oso polar. Como resultado, estos depredadores se ven expuestos a niveles cada vez más concentrados de toxinas.

Sin embargo, el impacto de estas toxinas en los osos polares ha sido difícil de evaluar debido a la dificultad logística de tomar muchas y continuadas muestras de sangre y tejido de osos polares vivos. Únicamente pueden tomarse muestras de animales sanos salvajes clínicamente no enfermos haciendo que el conjunto de la población parezca más sana de lo  que realmente está.

El científico veterinario y experto en osos polares Dr. Christian Sonne, del Departamento de Medio Ambiente Ártico en la Universidad Aarhus de Dinamarca, ha llevado a cabo el primer estudio sobre los efectos que tienen estos contaminantes en la salud del oso polar.

Anteriormente, Sonne había formado parte de un equipo de investigadores responsable de descubrir que el estrés, relacionado con los contaminantes, y la reducción del hielo marino pueden estar relacionados con que los osos polares sean cada vez más pequeños. Su nuevo análisis incluye los resultados de más de 200 muestras de órganos y tejidos tomados de 80 osos en Groenlandia oriental entre 1999 y 2009, así como repetidas mediciones y observaciones de osos que viven en el archipiélago Svalbard en Noruega.

Estos estudios revelan varios efectos perjudiciales asociados con contaminantes industriales, sin embargo, únicamente pueden demostrar que los niveles de contaminantes están correlacionados con los efectos negativos, no que los provoquen.

Sonne investigó los impactos directos de los contaminantes árticos en otros dos depredadores de la región como el zorro ártico noruego y los perros de trineo de Groenlandia.

En 2003, los investigadores iniciaron un estudio de dos años en el cual alimentaron a dos grupos de zorros árticos, unos con grasa de ballena contaminada y a otros con ballena no contaminada. Tras eliminar todos los demás factores, tales como el sexo y la edad, los investigadores demostraron que los zorros expuestos a niveles medioambientales de contaminantes sufren efectos perjudiciales. Por ejemplo, los PCBs reducen la densidad de los huesos y dañan el hígado, el mercurio y las organoclorinas provocan lesiones renales, mientras que los OHCs alteran la cantidad de vitaminas que circulan por la sangre. En los perros se hallaron efectos similares.

Concluye que el cambio climático agravará el impacto de estos contaminantes en los osos. A medida que las temperaturas más cálidas reducen la cantidad de hielo, los osos polares ayunan durante más tiempo, lo que puede significar la ingestión de menos focas y por tanto en general, menos contaminantes. Sin embargo, tendrán que quemar grasa para compensarlo, liberando en la sangre mayores concentraciones de toxinas de sus reservas de grasa. Ello provocará más enfermedades y debilitamiento en los osos, actualmente en condiciones ya precarias, y verse sujetos a nuevos patógenos más virulentos capaces de sobrevivir en un ártico más templado.

La investigación Sonne ha sido publicada una semana después de otro estudio separado publicado en la revista Artic que informa que en el mar de Beaufort en el Océano Ártico el avistamiento de osos polares en tierra y mar abierto es más frecuente que el avistamiento en hielo.

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