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Los humanos podrían matar de miedo a los narvales

Hasta hace poco, los narvales han vivido muy alejados en el Ártico. Pero el hielo marino que ha mantenido a estas ballenas aisladas de los humanos está empezando a fundirse, llevando a un auge en el tráfico marítimo y la prospección sísmica en busca de crudo y gas natural en el área.

Lamentablemente, los narvales no están bien equipados para lidiar con encuentros con humanos. Cuando estas ballenas se enfrentan a un peligro al que no están acostumbradas, sus cuerpos reaccionan de forma preocupante, según informan los investigadores en la revista Science.

Tras ser liberadas de redes o de un varamiento, el ritmo cardíaco de los narvales disminuye a la vez que pueden nadar frenéticamente para escapar, algo que es no es bueno para sus corazones, que podrían privar de oxígeno sus cerebros.

“Son animales muy sensibles,” dice la coautora Terrie Williams, ecofisióloga de la Universidad de California, Santa Cruz. “Cuando hay una amenaza imprevista, creo que desactivan todos los frenos.”

Ella y sus colegas rescataron nueve narvales en Greoenlandia y los equiparon con varios dispositivos registradores. Cuando las ballenas se alejaron nadando, el equipo midió su ritmo cardíaco y aceleración. Esto reveló la velocidad e intensidad en la que los animales nadaban.

Cuando los animales nadan en aguas frías, su ritmo cardíaco se ralentiza naturalmente como parte de un reflejo de inmersión que les ayuda a mantener su respiración tanto tiempo como sea posible.

Pero en el caso de los narvales que estudió Williams, esta ralentización era extrema. Sus ritmos cardíacos disminuían, pasando de los 60 latidos por minuto en la superficie del agua a entre 3 y 4 por minuto y a veces permanecían así durante 10 minutos. Entre tanto, las ballenas iban a toda velocidad para poder alejarse. Los científicos calcularon que esas inmersiones de escape consumían el 97 por ciento de sus reservas de oxígeno.

Cuando quedan enredadas en redes o son manipulados por los humanos, parece que se ven abrumadas. “Es algo con lo que nunca se han encontrado y solo quieren huir lo más rápido posible” dice.

Es preocupante que los narvales estén nadando tan forzosamente mientras pausan sus corazones durante entre 15 y 20 segundos.

“Es un periodo de tiempo muy largo en el que la sangre no llega al cerebro,” dice Williams. “Todas estas cosas que el sistema cardiovascular debería estar haciendo están en pausa mientras el animal está en modo escape.”

Podría ser peligroso para los narvales mantener la respiración durante tanto tiempo a la vez que huyen aterrados, sugieren los experimentos realizados en otros animales. Cuando las ratas asustadas se ven obligadas a nadar, a veces entran en paro cardíaco y mueren.

Puede que los narvales no sean las únicas ballenas que sufren cuando intentan sumergirse y escapar a la vez. Es común que las ballenas estén desorientadas cuando son rescatadas de un varamiento. Sin embargo, los narvales podrían ser especialmente vulnerables porque no están acostumbrados al humano. A Williams y sus colegas les preocupa que esto acabe convirtiéndose en una amenaza a medida que los mares sean cada vez más ruidosos.

Ahora su equipo está examinando los ritmos cardíacos de los narvales en áreas ruidosas, así como el daño que la respuesta tiene en sus cuerpos y si puede llegar a ser mortal.

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