Son colosales y desempeñan un importante papel. Según un nuevo estudio conducido por la Australian Antartic Division (AAD), los excrementos de las ballenas juegan una función vital, no sólo en el mantenimiento de la cadena alimenticia acuática sino también ayudando a reducir los niveles de CO2 en el Océano Antártico.
El estudio de los excrementos de ballena ha sido liderado por Steve Nicol del programa del AAD, Southern Oceans Ecosystems. El estudio de 18 meses ha implicado el análisis de muestras fecales de cuatro especies de ballenas barbadas, entre las que se incluye la ballena jorobada.
El grupo de estudio halló que los excrementos de las ballenas son un elemento clave en el reciclaje del hierro en el océano, estimulando el crecimiento de algas microscópicas que a su vez absorben dióxido de carbono, reduciendo así los niveles de gas invernadero en las capas superiores del océano.
‘Se estima que la concentración de hierro en los excrementos de las ballenas barbadas es aproximadamente 10 millones de veces la del agua de mar del Antártico,’ decía Nicol. ‘Haciendo que el hierro ayude al crecimiento de algas, las ballenas están ayudando a estimular la suministro de alimento para el krill.’
‘El krill actúa como un nutriente para el océano, almacenando el hierro en sus cuerpos y conservándolo cerca de la superficie, algo que es de vital importancia pues si el hierro se hundiera en el lecho marino no podría ser utilizado por el fitoplankton (algas), que sólo puede usarlo en la superficie,’ dice.
Nicol señala que cerca del 24% del total del hierro hallado en la superficie del agua del Océano Antártico, cerca de 15.000 toneladas de éste, se almacena dentro de los tejidos del cuerpo del krill.
Una de las principales fuentes de alimento para las ballenas es justamente este krill. ‘Cuando las ballenas ingieren el krill, rico en hierro, excretan la mayoría de este hierro de nuevo al agua, fertilizando de esta manera el océano y poniendo otra vez en marcha el ciclo alimenticio.’
El estudio de los excrementos de ballenas realizado por la AAD es el primero de su clase y ha demostrado la vieja teoría que relacionaba el krill, las ballenas y el reciclaje del hierro.
‘Este increíble esfuerzo fertilizante significa que las ballenas pueden haber sido responsables del reciclaje de cerca del 12% del contenido actual de hierro en la capa de la superficie del Océano Antártico,’ señala Nicol.
‘La protección de estas ballenas y un aumento general en su población no sólo serían buenas noticias para las ballenas sino también para el planeta’, dice Nicol.
‘La conclusión final es que más ballenas significará más algas, que equivale a más absorción de CO2 y más krill para que las ballenas puedan alimentarse, empezando el proceso de nuevo.’