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A dead cormorant entangled in a ghost net in Cornwall, UK. (© Dave Peake / Marine Photobank)

Los equipos de pesca abandonados siguen haciendo aquello por lo que fueron diseñados: atrapar y matar animales

Una cantidad colosal de botellas de plástico flotan en los océanos de la Tierra y las consecuencias para la vida marina han sido ampliamente documentadas. Pero hay otro asesino menos conocido que acecha en los océanos: cada año, más de 136.000 ballenas, delfines y focas y millones de peces, tortugas y aves marinas caen en estas artes de pesca abandonadas, perdidas o tiradas – redes, palangres y trampas – que pueden tardar hasta 600 años en descomponerse.

Una vez en los océanos, las artes de pesca abandonadas siguen haciendo aquello por lo que fueron diseñadas: atrapar animales. Las criaturas marinas enredadas en estos aparejos increíblemente resistentes agonizan una muerte larga y dolorosa, normalmente por asfixia, sucumbiendo a dolorosas infecciones o acaban muriendo de hambre.

Se estima que en nuestros océanos van a parar al mar cada año entre 640.000 y 800.000 toneladas de redes y equipos de pesca, con varios informes que revelan que cerca de 817 especies quedan atrapadas y mueren en ellos.

Las redes de pesca abandonadas, llamadas redes fantasma, finalmente se descomponen en trozos más pequeños – microplásticos, tan pequeños como un grano de arena y que pueden tener un efecto duradero en la vida marina durante muchos años. Los efectos tóxicos de estos diminutos gránulos de plástico en nuestra cadena alimentaria marina es algo que los científicos justo están empezando a comprender.

Un estudio de 2015 halló que más de un cuarto del pescado que se vende en los mercados de California e Indonesia contienen plástico de distintas fuentes, que significa que muchos consumidores de pescado están ingiriendo, sin saberlo, partículas de plástico así como cualquier toxina que estos plásticos puedan llevar.

La pesca ilegal, no declarada y no reglamentada, conocida como INDR, también contribuye a la proliferación de los equipos fantasma. Tanto el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación han reconocido un vínculo indiscutible entre la pesca INDR y las equipos fantasma.

Es más probable que los pescadores que faenan ilegalmente abandonen sus redes de pesca para evitar ser capturados; algunos buques ilegales también tirarán el equipo por la borda para que no se les niegue la entrada a puerto. Estas operaciones pesqueras ilegales causan un inmenso sufrimiento a los animales marinos, con algunas compañías obteniendo grandes beneficios sabiendo que existen pocas posibilidades de ser detenidos.

Puede que pronto las aguas de Estados Unidos tengan que enfrentarse a una amenaza legal. El Secretario de Interior de los Estados Unidos, Ryan Zinke, ha recomendado al Presidente Trump que “tres inmensos monumentos marinos,  uno en el Atlántico y dos en el Pacífico, se abran a la pesca comercial o sean reducidos de tamaño, o ambas cosas.”

Estas enormes áreas marinas protegidas juegan un papel crucial protegiendo a la fauna marina de los equipos de pesca fantasma, que a menudo se desplazan largas distancias desde su punto de origen.

Solo alrededor del noreste de Hawaii se cree que la pesca fantasma es la mayor amenaza para la foca monje en peligro crítico, con una población total de menos de 1.200 individuos.

La Global Ghost Gear Iniciative  (GGGH) fue fundada por la World Animal Protection en 2015 y cuenta con más de 64 participantes, incluida la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica.

La GGGI está uniendo socios para reducir el volumen de artes de pesca abandonadas, retirar y reciclar estos materiales de los océanos y rescatar a los animales enredados. Eliminar las redes fantasma no solo ayuda a la fauna marina, también protege la salud y los sustentos humanos, estimulando una economía circular.

Por ejemplo, Bureo, un participante del GGGI en Chile, hace monopatines, gafas de sol y otros productos con redes de pesca recicladas. Su programa de reciclaje, Net Positiva, proporciona puntos de recogida para mantener las redes de plástico fuera del mar, proteger la fauna silvestre y apoyar comunidades pesqueras locales a la vez.

Otra compañía miembro es Plastix Global LLC en Dinamarca, que ha transportado redes de pesca desde lugares remotos en Alaska para reciclarlas y convertirlas en otros productos.

Los peces evolucionaron en los océanos hace unos 500 millones de años, mientras que los humanos llevamos en el planeta tan solo unos 200.000 años.

Es una verdadera tragedia que en tan solo unas pocas décadas hayamos causado tanta destrucción en nuestros océanos.

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