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Credit: HYDRA/C. Lott

Los efectos de una fuga de dióxido de carbono en el suelo marino

Almacenar dióxido de carbono (CO2) por debajo del suelo marino es una forma de contrarrestar la creciente concentración de CO2 en la atmósfera. Pero, ¿qué ocurre si estos sitios de almacenamiento empiezan a sufrir fugas y acaba escapando CO2 del suelo marino?

La respuesta a esta pregunta ha sido proporcionada por un estudio en el que se abordan los efectos de las emisiones de CO2 en los habitantes de los fondos marinos arenosos.

Día tras día liberamos a la atmósfera casi 100 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2). Una posible medida para luchar contra las concentraciones cada vez mayores de gases de efecto invernadero se conoce como “captura y almacenamiento de dióxido de carbono (CAC)”: se captura dióxido de carbono, preferiblemente directamente de su fuente, separándolo de otros gases que se generan en los procesos industriales, y después se almacena a profundidades por debajo del suelo marino.

Sin embargo, este método plantea el riesgo de fugas potenciales. El proyecto de investigación europeo ECO2, coordinado por el Centro Helmholtz para la Investigación Ambiental en Kiel, aborda la cuestión de cómo reaccionan los ecosistemas marinos a estas fugas. El campo de estudio de un grupo internacional de investigadores dirigido por Massimiliano Molari, del Instituto Max Planck de Microbiología Marina en Bremen, y Katja Guilini, de la Universidad de Ghent en Bélgica, revela cómo afecta la fuga de CO2 al hábitat de suelo marino y a sus habitantes.

Para su estudio, los investigadores visitaron fugas naturales de CO2 en el suelo arenoso frente a la costa de Sicilia. Compararon el ecosistema local con sitios sin venteo de CO2. Además, intercambiaron arena entre sitios con y sin venteos de CO2 para estudiar cómo responden los organismos bentónicos y si éstos pueden adaptarse.

Su conclusión: niveles crecientes de CO2 alteran drásticamente el ecosistema.

“La mayoría de los animales que habitaban el lugar desaparecieron debido a los efectos de la fuga de CO2,” dice Molari.

“El funcionamiento del ecosistema también se veía alterado y, es más, a largo plazo. Incluso un año después, el sedimento de venteo de CO2 había sido transportado a sitios hasta entonces intactos.”

Los investigadores informan los siguientes detalles:

  • Junto con las burbujas ascendentes del gas, los nutrientes eran transportados a la superficie del fondo marino. Como resultado, favorecía el crecimiento de diminutas algas en la arena.
  • Criaturas grandes y pequeñas que habitan en la arena (meiofauna y macrofauna) se veían especialmente afectadas: sus poblaciones y diversidades caían considerablemente con el aumento de los niveles de CO2. La biomasa de los animales disminuía una quinta parte a pesar de estar disponible más alimento debido a la multitud de pequeñas algas.
  • El número de microorganismos bentónicos no descendía con el aumento de CO2, pero su composición cambiaba considerablemente.
  • La comunidad modificada de organismos provocaba un cambio en todo el ecosistema. La mayoría de habitantes no puede adaptarse a largo plazo a las condiciones ambientales cambiantes. En su lugar, los lugares eran poblados por algunas especies que pueden lidiar mejor con los niveles crecientes de CO2.

“Una fuga de un sistema de almacenamiento de carbono altera fundamentalmente la química de los suelos submarinos arenosos y en consecuencia la función de todo el ecosistema” resume Molari. “Es decir, existe un considerable riesgo de que una fuga de dióxido de carbono dañe el ecosistema local. Sin embargo, estos sistemas de almacenamiento de dióxido de carbono pueden reducir globalmente las repercusiones del cambio climático.”

Este estudio proporciona por primera vez la visión holística de los efectos de las crecientes concentraciones de CO2 en el suelo marino, considerando procesos biológicos y biogeoquímicos y niveles distintos de la cadena alimentaria, desde microbios a animales invertebrados grandes.

Las instalaciones de CAC ya están en funcionamiento por ejemplo frente a la costa de Noruega. Dentro de la Unión Europea, la CAC está considerada una tecnología clave para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

“Nuestros resultados revelan claramente que la selección del sitio y la planificación de los sistemas de almacenamiento de CO2 bajo el suelo marino exige también un estudio detallado de los habitantes y de su ecosistema para minimizar el daño,” enfatiza la investigadora principal Antje Boetius. 

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