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Los contaminantes en el Ártico amenazan la salud del oso polar

Los osos polares ya están gravemente amenazados por el cambio climático pero según un nuevo estudio también se enfrentan a otra importante amenaza para su supervivencia, los contaminantes tóxicos.

Un estudio ha revelado que el su organismo acumula químicos tóxicos que se han fabricado originalmente en fábricas remotas, compuestos que amenazan la salud del oso a un nivel 100 veces por encima del umbral aceptable de riesgo para los humanos. Para sus crías, el riesgo es 1000 veces dicho umbral.

A pesar de las restricciones y prohibiciones de estos químicos hace más de una década, estos riesgos han permanecido altos, en particular para las crías. Aunque las restricciones han reducido los niveles de contaminantes en las crías, el ritmo de reducción se está viendo ralentizado por nuevos químicos que todavía no han sido prohibidos, dice el estudio publicado en las revista Environmental Toxicology and Chemistry.

“Esto es objeto de preocupación”, dice Melissa McKinney, experta en osos polares de la Universidad de Connecticut y que no ha participado en el estudio. Señala que esta investigación y otra reciente “sugieren enérgicamente que hay una elevada probabilidad de riesgo toxicológico por exposición en los osos polares.” Los químicos podrían ser especialmente nocivos para la habilidad reproductiva de los osos.

Estos contaminantes orgánicos persistentes o POPs proceden de la industria y llegan al Ártico a través del aire y las corrientes marinas. Entre los compuestos se incluyen químicos más antiguos como los PCB (bifeniles policlonados), cuya producción alcanzó su punto álgido a finales de la década de los 60 y principios de los 70, y los relativamente más nuevos entre los que se incluyen los compuestos perfluorados (PFC), empleados en revestimientos de tela resistentes al agua y en espumas contra incendios. Los contaminantes se han relacionado con problemas reproductivos e inmunológicos en los osos y cáncer así como otras estructuras químicas imposibles de degradar por el organismo.

Los osos acumulan elevados niveles de estos químicos porque son depredadores ápice: los compuestos se acumulan a lo largo de la cadena alimentaria, primero en plantas, luego en peces y finalmente en focas – su principal fuente de alimento. Muchos de los compuestos son solubles en grasa y se concentran allí, lo que supone una fuerte dosis de estos contaminantes para los osos cuando se comen la grasa de una foca. Posteriormente, los químicos llegan a las crías a través de la leche materna.

Para el estudio, los investigadores revisaron la literatura para niveles de 19 POPs en la fauna silvestre del Ártico hallados en un periodo de 40 años. Los científicos estimaron la exposición diaria de los osos a los químicos en base a las concentraciones en su alimento – las focas para los osos adultos y la leche para las crías lactantes. Los científicos estimaron luego el riesgo para los osos comparando esas cantidades de exposición diaria con la ingesta diaria aceptable para los humanos establecida por la Organización Mundial de la Salud y otras agencias. (Los efectos tóxicos de los componentes parecen similares en los osos polares y los humanos, aunque la sensibilidad de los osos a unas determinadas cantidades es incierta).

Entre 1985 y 2010, el riesgo general en las crías disminuyó en un 30 por ciento porque muchos de los químicos más antiguos se prohibieron de acuerdo con un tratado internacional que entró en vigor en 2004. A pesar de este progreso, los químicos producidos más recientemente mantienen el riesgo elevado. Una de estas entradas recientes es el sulfonato de perfluorooctano o PFOS, relacionado con el cáncer y con una elevada tendencia a acumularse en el hígado. Este componente, empleado para fabricar el protector de tejidos Scotchgard, alcanzó su auge productivo en la década de los 90. Hoy su producción se ha limitado pero no prohibido totalmente. Sus niveles en osos adultos aumentó exponencialmente hasta 2006 y desde entonces ha empezado a disminuir tras una retirada paulatina de PFO´s por el fabricante de Scotchgard 3M. Sin embargo, el riesgo para los osos polares sigue alto porque el químico es tóxico a muy bajas concentraciones. En 1985, los PFO’s suponían cerca del 20 por ciento del riesgo químico hallado en las crías de oso polar. En 2019, esta proporción había aumentado un 50 por ciento.

Y los substitutos de los PFO’s están apareciendo ahora en los animales. Una alternativa llamada F-53B, fabricada en China y usada en la fabricación de cromados, ya ha sido hallada en los osos recientemente, dice Derek Muir, químico ambientalista en Environment Canada, y estudios señalan que es demasiado tóxico y muy persistente.

Dadas estas tendencias, es urgente prohibir los PFO’s, dice Sara Villa, de la Universidad Milano-Bicocca, autora del estudio Environmental Toxicology and Chemistry, y seguir monitorizando los nuevos químicos que van apareciendo en el Ártico. Aunque las regulaciones ambientales han empezado a limitar los efectos de la contaminación, dice, los riesgos a los que se enfrentan los osos polares siguen siendo muy elevados

Otro estudio publicado recientemente concluyó que un tercio del total de la población mundial de osos polares desaparecerán durante los próximos 35 años de seguir perdiendo hielo, vital para su supervivencia, debido al cambio climático.

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