Mueren muchas más ballenas debido a colisiones con barcos frente a la Costa Oeste de los Estados Unidos que las que llegan muertas a las playas, según ha hallado un nuevo estudio.
Se estima que cada año mueren frente a la costa de California, Oregon y Washington 18 ballenas azules, 22 yubartas y 43 rorcuales comunes – todas especies amenazadas de extinción – tras ser golpeadas por un barco.
Pero entre 2006 y 2016, solo fueron halladas muertas por la misma causa 10 ballenas azules, 14 yubartas y 11 rorcules – aproximadamente una de cada especie al año.
La razón de la diferencia: la gran mayoría de las ballenas muertas se hunden. En muchos casos, los capitanes de los enormes barcos, a menudo buques mercantes que se mueven entre puertos de Asia y la Costa Oeste, ni siquiera saben que han golpeado a una ballena, en particular por la noche.
Desde que fue prohibida la caza comercial de ballenas en Estados Unidos en 1972, las colisiones con barcos se han convertido en la principal causa de muerte. De especial preocupación son las ballenas azules, que siguen estando amenazadas de extinción y se estima que su población es de solo 1.800 frente a la Costa Oeste.
“Con pequeñas poblaciones que intentan recuperarse, la muerte de unos pocos individuos puede tener grandes repercusiones,” dice Cotton Rockwood, coautor del estudio y ecólogo en Point Blue Conservation Science, una organización científica sin ánimo de lucro en Petaluma. “Un individuo que muere en estas circunstancias podría tener una cría cada pocos años durante décadas. Si se pierde, ya no existe esa posibilidad.”
¿La solución? Nuevas normativas sobre cómo tienen que operar los barcos, señalan los investigadores.
Rockwood, junto con los coautores John Calambokidis, de la Cascadia Research Collective, en Olympia, Washington, y Jaime Jahncke, de Point Blue, recomiendan que los barcos comerciales se alejen de la costa cuando pasen por la Costa Oeste. Deberían ajustarse las rutas marítimas en la bahía de San Francisco y Los Angeles y deberían marcarse las áreas de especial preocupación en las cartas náuticas.
También sugieren que los barcos ralentizen la velocidad cuanto más se acerquen a la costa. Actualmente hay programas voluntarios alrededor del Santuario Nacional Marino del Golfo de los Farallones, frente a la costa del condado Marin, por ejemplo, donde los científicos se comunican por radio con los capitanes cuando ven grupos de ballenas y les piden que disminuyan la velocidad.
Sin embargo la industria naviera se ha resistido a los límites de velocidad obligatorios en aguas abiertas porque dicen que aumentan los costes del tiempo de navegación.
En mayo, una ballena azul de 24 metros fue arrastrada muerta hasta la playa Agate, en Bolinas, en el condado Marin, California. Los biólogos confirmaron que la ballena, una hembra adulta con 10 costillas rotas, había muerto tras colisionar con un barco.
El estudio del lunes, publicado en la revista científica PLOS ONE, examinó los lugares de travesías mediante sistemas de seguimiento por satélite y las superpusieron con datos de ballenas con marcas de seguimiento y sondeos.
Rockwood dice que cuando se impusieron límites de velocidad frente a la Costa Este, el número de muertes de ballenas francas amenazadas disminuyó en aproximadamente un 70 por ciento.
“No creo que lleguemos a conseguir cero muertes, pero tenemos soluciones validadas de la Costa Este,” dice. “Son eficientes y efectivas.”