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Los arrastreros internacionales están provocando el aumento de la demanda de carne de ballena y delfín en África Occidental

Ante el agotamiento de las poblaciones de peces provocado por el saqueo de los arrastreros internacionales, los pescadores locales están cazando cada vez más delfines, ballenas y tortugas marinas. 

Se suponía que los pescadores que viven a lo largo de la costa senegalesa heredarían un rico y ancestral modo de vida. Estos pescadores se hacían a la mar a bordo de pequeñas canoas de madera, con poco más que una pequeña red y su conocimiento para luego regresar a sus hogares con sus embarcaciones llenas de pescado. Esta bonanza los mantuvo durante generaciones, pero no ha sido hasta en las últimas décadas que esto ha cambiado y no hay que ser un genio para saber porqué.

Donde una vez las costas a lo largo de la costa occidental de África estaban salpicadas por pequeñas embarcaciones, ahora están dominadas por enormes arrastreros industriales que lanzan sus enormes redes para capturar cardúmenes enteros de atún. Los barcos son cada año más grandes, con una capacidad actual de unas 4.000 toneladas de pescado por arrastrero, mientras tanto,  las poblaciones de peces para los pescadores locales disminuyen cada día que pasa.

Según estimaciones del Panel Progreso de África, África Occidental se ha convertido en un núcleo global para la pesca ilegal, con un valor en pérdidas estimado en unos 1.300 mil millones de dólares al año.

“Hasta un cuarto de los puestos de trabajo en la región está relacionado con la pesca, que forma parte de una amplia red comercial interregional en la que las mujeres juegan un papel central”, escribe Caroline Kende Robb, anterior directora ejecutiva de think tank que aboga por el desarrollo sostenible de África. “Aparte de dejar sin beneficios a la región, la sobrepesca esquilma las poblaciones de peces, reduce la captura local y daña el medio ambiente marino, destruyendo comunidades que pierden oportunidades para pescar, procesar y vender el pescado.”

Los gobiernos de África Occidental, que buscan ingresos fáciles, han estado vendiendo derechos para pescar en sus aguas a gobiernos europeos que ya han agotado los stocks en sus propias aguas. Aunque los arrastreros europeos siguen siendo la principal presencia extranjera en estas aguas, en los últimos años flotas procedentes de China, Filipinas, Rusia, Corea del Sur y Taiwan han expandido sus actividades en estas aguas. Los buques de arrastre industriales de todos estos países superan a los pescadores locales de pesca artesanal en al menos 20:1, según estimaciones de OceanCare, un grupo por la conservación marina con sede en Suiza.

Lo peor es que esta actividad aprobada “legalmente” también proporciona una tapadera para la pesca ilegal, no declarada y no regulada (INDNR).

“A menudo la pesca INDNR supone una enorme proporción de la captura total,” dice OceanCare en un informe reciente. “Estas operaciones ocultan tan bien el origen de su captura ilegal que pueden venderla como captura legal en mercados de Japón, la Unión Europea y otros países desarrollados.”

Este saqueo ha llevado a los científicos a predecir el colapso de todas las poblaciones de peces comerciales en 2050.

Debido a unas capturas cada vez más precarias, muchos pescadores locales se enfrentan a la decisión de dejar sus hogares y sus familias para buscar un empleo mejor en Europa. Otros intentan sobrevivir adoptando opciones alternativas, a menudo insostenibles, como fuente de alimento e ingresos. Esto incluye cazar y consumir un número cada vez mayor de mamíferos marinos tales como delfines, ballenas, manatíes y tortugas marinas o, lo que es lo mismo, “carne de caza marina”.

Si bien la carne de caza terrestre es un concepto relativamente común, la caza de la megafauna marina ha recibido su término hace relativamente poco. Al igual que ocurre con la carne de caza terrestre, el consumo de carne de caza marina ha sido una forma de vida para varias comunidades costeras durante miles de años. Pero es el aumento de este consumo lo que preocupa a organizaciones como OceanCare. OceanCare alerta de que este aumento tiene que abordarse de manera urgente.

“En algunos lugares la captura y el consumo limitado de mamíferos marinos solía ser sostenible, pero las presiones actuales y el crecimiento de la población humana ha hecho desequilibrar la balanza,” dice Joanna Toole, consultora de OceanCare. “En muchas áreas del mundo, en particular en aquellas que dependen de la pesca tradicional, la carne de animales marinos ha sido una fuente complementaria de alimento y en algunas regiones los mamíferos marinos no solo se cazan como fuente de alimento sino también con fines medicinales y ornamentales.”

Por ejemplo, dice Toole, algunas comunidades usan el aceite de dugongo para mantener los barcos de madera. Se cree que en el pasado muchos de estos animales caían accidentalmente en las redes, pero Toole explica que el consumo y comercio de estos animales “ha derivado a un creciente número de cazas dirigidas.” Pruebas existentes revelan que la carne de mamíferos marinos es un problema global, en el que los animales son capturados tanto accidental como intencionadamente en muchas regiones de todo el mundo.

Solo en África Occidental y Central se sabe que al menos 20 países llevan a cabo cazas especializadas de manatí de África Occidental y se cree que Gana es una área activa para la caza de al menos 16 especies de cetáceos, incluidos delfines clímenes, delfines manchados tropicales, delfines de cabeza de melón y delfines mulares. Muchas de estas especies están clasificadas como en peligro crítico o vulnerables. OceanCare “tiene una honda preocupación acerca de la supervivencia de las especies marinas, incluidos delfines, ballenas, manatíes, tortugas, cocodrilos y aves marinas si se mantienen los actuales niveles de explotación,” dice.

Según el World Wildlife Fund, hemos perdido la mitad de la población global de fauna marina silvestre desde 1970 y más daños adicionales podrían acabar siendo irreversibles. Estudios anteriores han determinado que años de precario abastecimiento de pescado coinciden con un aumento en la caza en reservas naturales y marcados declives en la biomasa de 41 especies de fauna silvestre en África Occidental. Los datos del mercado local han proporcionado pruebas de una relación directa entre el suministro de pescado y la subsiguiente demanda de carne de caza en los pueblos. En 2014, se estimó que el consumo de carne de caza terrestre había crecido en torno a 5 millones de toneladas solo en la cuenca del Congo. OceanCare estima que es probable que el consumo de carne de mamíferos marinos aumente a un ritmo similar.

Aunque gran parte de los proyectos por la conservación del medio ambiente pueden ser todo un desafío, abordar el problema de la caza de animales marinos es particularmente complejo. Un problema clave es que la gente que se dedica a cazar estos animales es probable que lo hagan como resultado de elecciones que toma la gente, normalmente no local. Con recursos limitados y a menudo gobiernos corruptos e inefectivos, los pueblos que dependen del pescado no tienen más elección que buscarse otras fuentes de alimento.

El aspecto clave aquí es que debemos ser increíblemente cautelosos y no apuntar con el dedo a la gente local, dice Toole. Debemos recordar que ha sido un efecto dominó lo que ha llevado a los pescadores locales a esta situación. No son sus pequeñas canoas las que están causando el colapso de la cadena alimentaria marina, sino los arrastreros industriales de los países desarrollados. Es la demanda global de pescado, de sushi, de sopa de aleta de tiburón y otros manjares la que se está llevando el pescado.

Así pues, aunque el cumplimiento local de las leyes que protegen la fauna silvestre es importante, más importante es reducir la presión en estas comunidades ya empobrecidas que ahora se dedican intensamente a la captura de mamíferos marinos. Toole admite sin embargo que “buscar alternativas al consumo de carne de animales marinos es un desafío contra un clima de agotamiento de los stocks y un aumento de la industrialización el que está presionando a las comunidades costeras y a sus modos tradicionales de vida.”

Es por ello que OceanCare está centrando sus energías en trabajar con los países afectados por la sobrepesca. En octubre, OceanCare fue una parte integral en la formación de la Abidjan Aquatic Wildlife Partnership para abordar el problema del comercio ilegal de fauna silvestre en África Occidental y Central.

“Creemos que es crítico implicar a las comunidades locales y costeras en la gestión de las especies marinas, en especial en aquellas comunidades que dependen tradicionalmente de ellas,” dice.

Lo que necesitamos hacer como comunidad es mantener la mente abierta, estar dispuestos a ayudar y ser conscientes. La caza de animales marinos todavía tiene que recibir la atención de gran parte del público y es algo que tiene que cambiar. Los océanos ya están asediados desde todos los flancos: la sobrepesca haciendo tambalear la delicada red alimentaria, la acidificación del océano cambiando rápidamente las condiciones ambientales y los derrames de crudo y químicos alterando la composición del agua marina. Sumar otra amenaza más sería solo el golpe definitivo.

Aunque son los gobiernos los que tienen que empezar a abordar el problema, nosotros como ciudadanos podemos aportar nuestra parte. Como consumidores, jugamos un papel importante en la salud de los océanos, así que podemos empezar por comprar pescado que haya sido capturado de forma sostenible o, en su lugar, dejar de consumir pescado definitivamente, dando a los peces el tiempo y el espacio necesarios para que puedan recuperarse de este saqueo. Hay varias guías que pueden ayudarte a identificar si el animal marino en tu plato procede de fuentes sostenibles o no. Consúltalas y asegúrate que todos tenemos una parte equitativa de los recursos finitos de la Madre Tierra. Y también importante, que los océanos y sus criaturas tengan la oportunidad de prosperar sanos y fuertes en un momento planetario más crítico que nunca.

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