Después de ser obligada a pasar toda la noche en la cala, sin alimento ni refugio, el destino de la manada de unos 35 calderones quedaba sellado cuando los pescadores entraban en la diminuta bahía a bordo de sus esquifes a primera hora de la mañana.
Poco a poco, las aguas azules fueron tiñéndose literalmente de color carmesí con la sangre de las primeras víctimas, mientras el resto de miembros de la manada, esperando su fatal turno, presenciaba la matanza.
Las imágenes de vídeo obtenidas por los voluntarios de la organización Dolphin Project revelan los horrores que tuvo que sufrir esta desamparada familia.
Según informan, tras la revisión de las imágenes captadas, los pescadores acababan con la vida de 12 calderones y un calderón joven moría debido al intenso estrés. El resto de la manada, 22 calderones, era conducido nuevamente a alta mar.
La liberación de calderones, la mayoría crías y calderones jóvenes, no es ningún acto de “compasión” por parte de los pescadores. Sus pequeños cuerpos contarían como parte de la cuota de 101 calderones que han establecido para este año y no les resultaría rentable.
Estos calderones, la mayoría crías que todavía dependen fuertemente de sus madres, no tienen apenas posibilidades de sobrevivir sin la protección de sus progenitores. Muchos acabarán siendo presas de depredadores o sucumbiendo al trauma de la batida.
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La organización Dolphin Project estará sobre el terreno en Taiji durante toda la temporada de caza, que se extiende de septiembre a marzo, retransmitiendo en directo en las redes sociales (Facebook y Twitter) y difundiendo todo lo que ocurra para que ningún delfín muera de espaldas al mundo.