Las redes de pesca suponen un grave peligro para la supervivencia de las especies de pingüino, según revela un nuevo análisis global sobre el número de muertes por captura incidental que se cobra la pesca comercial.
Entre las especies amenazadas se encuentran el pingüino azul de Tasmania y el pingüino ojigualdo de Nueva Zelanda, según detalla el análisis publicado en la revista Endangered Species Research.
La revisión revela que el nivel de captura incidental es de gran preocupación para tres especies: el pingüino de Humboldt y el pingüino de Magallanes, ambos hallados en América del Sur, y el pingüino ojigualdo de Nueva Zelanda en peligro crítico.
En la Isla Sur de Nueva Zelanda, el número de nidos de pingüino ojigualdo es inferior a 250. La población ha disminuido en más de un 75 por ciento. Los modelos para calcular proyecciones de la población prevén la extinción local de la especie en 2060, si no antes.
Los pingüinos se encuentran entre las aves más emblemáticas y queridas del mundo, a pesar de que mucha gente no las haya visto nunca en estado silvestre. En verdad, las oportunidades de verlas se están reduciendo, con 10 de las 18 especies de pingüino amenazadas de extinción. Después de los albatros, los pingüinos son el grupo de aves más amenazado. Y, al igual que los albatros, se cree que la captura incidental es un grave problema para varias especies.
En tierra, muchos pingüinos gozan actualmente de buena protección gracias a los esfuerzos de investigadores científicos, agencias gubernamentales, comunidades y operadores turísticos. Donde una vez muchos pingüinos fueron vulnerables a los ataques de depredadores introducidos o a la pérdida de hábitat debido al cultivo y el desarrollo, actualmente la mayor preocupación para muchos pollos de pingüino es el alimento que les puedan traer sus padres.
Pero la historia es otra bajo las olas. Durante miles de años, estas aves marinas de vista aguda han evolucionado para atrapar su alimento en las profundidades evitando depredadores naturales como focas y tiburones. Pero lo que no pueden ver son las redes de pesca de nylon que se inventaron en los años 50 y que los pescadores dejan caer en sus áreas de alimento.
El pingüino azul – Eudyptula minor – se alimenta típicamente en los primeros 20 metros de la superficie del mar donde puede mantenerse sumergido hasta 90 segundos. El pingüino ojigualdo más grande – Megadyptes antipodes – prefiere cazar sobre el suelo marino a unos 80 – 90 metros, aguantando la respiración durante 2 y 3 minutos antes de salir a respirar, siempre y cuando no tope con una red.
Las redes de enmalle en particular son muy peligrosas para los pingüinos. Estas redes se dejan en una posición fija en lugar de ser arrastradas por el agua. Están diseñadas para capturar los peces por sus branquias, pero también enredan fácilmente a los pingüinos por el cuello.
Si cae enredado en una red, el ave marina sufrirá una crisis de pánico y se ahogará en cuestión de minutos. En Tasmania se han hallado en la costa redes con más de 50 pingüinos azules muertos. Otros son hallados con laceraciones en el cuello características de enredos causados por redes.
Cuando un pingüino muere en el mar por estas circunstancias, su muerte tiene efectos dominó. Los pollos en los nidos morirán de hambre o saldrán del nido con un peso anormalmente bajo, con apenas posibilidades de sobrevivir su primer año en el mar.
Probablemente la pareja que deja no se vuelva a aparear esa temporada reproductora. Algunos pingüinos nunca llegan a encontrar a otra pareja tras perder a su compañero. Se han observado pingüinos llamando quejumbrosos desde sus nidos o incluso bajando a la orilla por la noche para buscar su pareja en el mar antes de regresar solos de nuevo al nido.
En Nueva Zelanda, la población de pingüino ojigualdo en peligro crítico está disminuyendo. Los modelos para calcular proyecciones de la población prevén la extinción local de la especie en 2060 o incluso antes. La especie se enfrenta a multitud de amenazas, la mayoría debido a que simplemente viven demasiado cerca de los humanos.
Aunque las amenazas en tierra están bastante bien gestionadas, las amenazas en el mar precisan atención urgente. El hábitat marino dañado por industrias que degradan el suelo marino tardarán décadas en recuperarse. De forma parecida, las presiones derivadas del cambio climático no podrán solucionarse lo suficientemente rápido para salvar al pingüino ojigualdo de la extinción local.
Sin embargo, hay algo que podemos cambiar inmediatamente: su muerte innecesaria en las redes de pesca. Esto dará a las poblaciones un pequeño respiro y tal vez la resistencia que necesitan para lidiar con las muchas amenazas a las que se enfrentan en su lucha diaria por sobrevivir.
Se cree, a juzgar por el número de pingüinos que llegan a la costa con heridas provocadas por redes, que la mayoría de los pescadores tiran los cuerpos sin vida por la borda en lugar de reportar las muertes como captura incidental o trabajar para buscar soluciones para mitigarlas.
¿De verdad queremos que los pingüinos mueran ahogados por nuestra ansia de comer pescado?
Existen métodos de pesca menos destructivos que no causan estas mortandades en los pingüinos y otras especies protegidas. Pero estos métodos más selectivos requieren que los pescadores cambien de arte, algo que cuesta dinero. Y actualmente, apenas existe un incentivo jurídico o comercial para que los pescadores hagan algo para evitar la captura incidental.