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Las prospecciones de crudo y gas amenazan la supervivencia de un pez que sobrevivió a los dinosaurios

Se prevé que la exploración de hidrocarburos empezará pronto cerca del hábitat del celacanto en peligro crítico de extinción, una especie de pez que ha sobrevivido 400 millones de años, mucho antes de la aparición de los dinosaurios.

En diciembre del 2000, mientras exploraba las profundidades de la bahía de Sodwana, en Sudáfrica, el submarinista Pieter Venter se encontró cara a cara con algo que ningún otro submarinsta había visto vivo nunca antes. A 320 pies de profundidad (97,5 metros), Venter y sus colegas habían encontrado un celacanto, un primitivo pez extremadamente poco común que lleva existiendo desde hace 400 millones de años, mucho antes de la aparición de los dinosaurios.

En esa inmersión el equipo filmó tres peces en el área y en una expedición posterior se pudo confirmar la existencia de una colonia de estos llamados “fósiles vivientes” en los cañones de aguas profundas de la bahía. La colonia, formada por unos 30 individuos, ha permanecido tranquila durante las dos últimas décadas, pero Tony Carnie, del periódico The Guardian, informa que la exploración de hidrocarburos (crudo y gas) en el área podría amenazar a la especie en peligro en un futuro cercano.

Los paleontólogos sabían del primitivo celacanto gracias a los registros fósiles. Se creía que este enorme pez, del tamaño de un humano, se había extinguido hacía 65 millones de años en el mismo evento que exterminó a los dinosaurios. Pero en 1938, un arrastrero que faenaba a lo largo de la costa sudafricana alertó a un museo local de algo extraño que había caído en sus redes. Resultó ser un celacanto viviente. La criatura causó sensación. Fue una prueba de que la vida es más resistente de lo que imaginamos y un recordatorio de lo poco que sabemos de los océanos.

La semana pasada, el consorcio energético italiano Eni anunció sus planes de perforar en un área conocida como Block ER236 – una larga área de 250 millas a solo 25 millas al sur de la bahía de Sodwana, situada frente al Parque del Humedal de iSimangaliso. En su declaración sobre el impacto medioambiental, la compañía dice que es improbable que el pez viva en los profundos cañones submarinos en el área de exploración ya que la morfología es distinta a la de los cañones menos profundos de Sodwana. También dice que sus simulaciones revelan que no hay amenazas de derrames de crudo.

Sin embargo los conservacionistas no están de acuerdo. Según Andrew Venter, presidente del grupo ambientalista en Sudáfrica, WildTrust, un derrame de crudo en el área podría resultar desastroso.

“El derrame de crudo de Deepwater Horizon en el Golfo de México en 2010 mató a poblaciones de peces, por lo que si ocurre un derrame frente a las costas de iSimangaliso es muy probable que provoque la extinción de estos peces,” dice.

El ictiólogo sudafricano Mike Bruton coincide en que las exploraciones en el área amenazan al pez y que lo que sea que pueda interferir en su capacidad para absorber oxígeno podría afectarlo.

“Es necesario evaluar cuidadosamente el riesgo antes de que esta estrategia comercial avance lo suficiente como para que luego sea demasiado tarde,” dice. “Los derrames de crudo no respetan las fronteras de las áreas marinas protegidas.”

John Platt, de la Scientific American, informa que ésta no es la única amenaza a la que se enfrenta el pez. La población del oeste del Océano Índico, que incluye ejemplares a lo largo de la costa de África y en Comoros (celacanto de las Comores), se estima entre 230 y 650 ejemplares. En las dos últimas décadas, los arrastreros de aguas profundas a lo largo de la costa han extraído muchos celacantos, revelando nuevas poblaciones pero también el número reducido de ejemplares. También se prevé que Tanzania empiece pronto a construir el puerto industrial de Mwambani en el Parque Marino Tanga Coelacanth, que se sabe alterará el hábitat del celacanto poco común que vive allí.

Es muy importante mantener a esta especie. Esta extraña criatura abisal apenas comprendida es un enlace a los casi 500.000 años de historia evolutiva y tiene mucho que enseñarnos sobre los peces primitivos. Tiene extrañas aletas carnosas, con una estructura ósea que podría ser la precursora de las actuales extremidades de los tetrápodos, y que mueve alternativamente como las de un caballo al trotar, los restos de un pulmón incompleto y una articulación intercraneal que le permite agrandar la boca para tragar presas de gran tamaño. Puede vivir unos 100 años y da a luz a crías vivas. También tiene un órgano facial electro sensor situado en su hocico y que probablemente usa para detectar a sus presas. Y todo eso con un diminuto cerebro que ocupa menos del 2 por ciento de su cabeza.

De algún modo, estas características han permitido su supervivencia. Sin embargo, la gran moraleja es la siguiente: si un pez de aguas profundas puede sobrevivir 400 millones de años de cometas, erupciones volcánicas y toda una miríada de desastres naturales pero no puede sobrevivir a 200 años de humanidad industrializada, qué esperanza hay para millones de otras especies del planeta, incluida la nuestra.

Recientemente fue hallado uno de estos peces con plástico en su estómago, un problema que está provocando estragos en los ecosistemas planetarios y que también señalan como amenaza para la supervivencia de este fósil viviente.

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