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Las emisiones de carbono negro hacen que el Ártico sea aún más vulnerable

Un equipo internacional de científicos ha identificado las fuentes de emisiones de carbono negro en el Ártico. El carbono negro no solo tiene efectos negativos en la salud humana y los ecosistemas, sino que también acelera la velocidad de deshielo en el Ártico.

El carbono negro (CB) esta formado por la combustión incompleta de hidrocarburos en los motores diésel, incendios forestales, quema de madera, calderas, etc. El principal componente del carbono negro es el hollín, que cae sobre la nieve y el hielo y hace disminuir la capacidad de estas superficies de reflejar la radiación solar, amplificando la tasa de deshielo y acelerando el calentamiento global

Ahora los científicos han obtenido una imagen más detallada de la procedencia de este hollín en el Ártico.

Para comprender mejor el origen de este hollín en el Ártico, los científicos condujeron un análisis químico de las muestras de hollín recogidas de varios lugares de Alaska, Canadá, Suecia y Siberia.

El equipo científico comparó los cambios en los niveles de hollín en la atmósfera a lo largo de las estaciones durante cinco años midiendo la relación isotópica de las muestras para determinar en qué estación se había depositado y su procedencia. El equipo halló que el 70 por ciento del hollín en el Ártico procede actualmente de la quema de combustibles fósiles por parte de países Árticos, partes de Europa y norte de China por encima de los 42º latitud norte.

Además de oscurecer la nieve y el hielo y contribuir al calentamiento y al deshielo, el hollín también interactúa con las nubes, influyendo en su formación y reflectividad y por tanto en los regímenes de precipitaciones.

La nueva investigación, publicada en la revista Science Advance, revela que la quema de combustibles fósiles es responsable de gran parte de los depósitos de hollín en invierno. En verano, la mayoría del hollín procede de la quema, natural o provocada, de biomasa natural y quemas agrícolas.

La región del Ártico se está calentando entre dos y tres veces más rápido que el resto del planeta. Los cambios que ocurran allí, desde la pérdida de hielo marino al deshielo de la capa de hielo de Groenlandia y glaciares montañosos, pueden afectar a todo el planeta. Estudios anteriores sugieren que el hollín es responsable de hasta un cuarto del calentamiento en el Ártico.

Las partículas de hollín tienen una vida útil relativamente corta, entre una y dos semanas, antes de precipitarse al suelo. A pesar de ello, pueden atrapar calor mientras flotan en el aire y es un contaminante climático transitorio varias veces más potente que el dióxido de carbono.

Una vez cae al suelo, el hollín oscurece la superficie del hielo y la nieve, absorbiendo energía solar. Esto puede provocar el deshielo de la superficie. Y a medida que la nieve y el hielo se van fundiendo, las superficies reflectantes del Ártico se reducen todavía más y el paisaje absorbe todavía más calor. Este deshielo potenciado puede transformarse en una especie de sistema de retroalimentación que va provocando más deshielo.

Investigaciones recientes advierten que a menos que las emisiones de gases de efecto invernadero no empiecen a reducirse considerablemente en la próxima década o dos, las temperaturas invernales en el Ártico podrían dispararse a más de 10ºC.

Si las emisiones de combustibles fósiles se frenaran según prevé el Acuerdo de París, los niveles de hollín disminuirían, dice Mark Serreze, director del Centro Nacional de Nieve y Hielo.

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