En 2014 se formó una masa de agua inusualmente cálida en el océano Pacífico que provocó estragos en la vida marina. Desde entonces “the blob”, como la llamaron los científicos, ha estado implicada en una mortandad masiva de aves marinas en el Pacífico Noroeste, un envejecimiento prematuro de las ostras en Oregon y, ahora, un aumento en el número de enredos de las ballenas en las artes de pesca.
Entre los años 2000 y 2012 solían reportarse unos 10 casos de ballenas enredadas en artes de pesca frente a la costa oeste de los Estados Unidos. Fue entonces, en 2014, que el número se triplicó a 32 y se duplicó en 2015.
Un nuevo estudio afirma que la crisis climática fue la culpable de los enredos en las trampas para cangrejos que sufrieron las ballenas yubartas frente a la costa de California en 2015 y 2016, provocando la muerte de unos 50 ejemplares.
El informe “Habitat compression y ecosystem shifts as potential risks between marine heatwave and record whale entanglement” fue publicado en la revista Nature Communications el 27 de enero.
Jarrod Santora, ecólogo de la Universidad de Santa Cruz, se encontraba en ese momento estudiando los efectos en el ecosistema producidos por la ola de calor marina.
Las olas de calor alteran el afloramiento del océano – un proceso en el cual el agua profunda, fría y rica en nutrientes sube a la superficie.
El evento de calentamiento extremo en 2014 – 2016 comprimió este afloramiento a una estrecha franja a lo largo de la costa, obligando a los organismos a agolparse en el mismo lugar huyendo de las aguas calientes del blob.
La masa de aguas cálidas afectó a la población de krill – el alimento principal de muchas ballenas -, que prospera mejor en aguas más profundas y frías y a la altura de las corrientes típicas a lo largo de la costa de California.
Debido al blob la cantidad de krill disponible disminuyó en consecuencia, lo que llevó a las ballenas a tener que alimentarse de anchoa en su lugar.
Pero el blob también llevó a las anchoas a desplazarse a esa pequeña franja de aguas más frías cerca de la costa. Y las ballenas las siguieron.
“Es como si solo estuviera abierto un restaurante en la ciudad y todo el mundo fuera al mismo,” compara Santora.
Entonces, en una serie de desafortunados eventos, las aguas cálidas provocaron una floración de algas tóxicas. Estas algas tóxicas son un riesgo para la salud, lo que llevó al cierre de la pesquería de cangrejo de Dungeness en la costa oeste durante cinco meses.
Cuando finalmente se reabrió la pesquería, los pescadores coloraron sus trampas en esa estrecha franja de agua fría donde las ballenas se estaban alimentando. Fue entonces cuando aumentó el número de enredos.
“Había miles de ballenas y miles de nasas para cangrejo, una tormenta perfecta de eventos,” dice.
Las líneas de cangrejo son solo una de las amenazas a las que se enfrentan las ballenas en aguas costeras. El cambio climático provocado por la actividad humana ha duplicado la frecuencia en el número de olas de calor marinas desde 1982.
“La creciente variabilidad climática significa una incertidumbre cada vez mayor,” dice Santora. “Es la nueva norma: no tener ninguna previsión de lo que puede suceder. Y es bastante aterrador”, añade.