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La marea roja no es la única que está matando la vida marina en Florida

Una marea roja – floración de algas nocivas – es un fenómeno natural en aguas salinas provocada por una concentración mayor de lo normal de algas microscópicas.

Este evento ocurre en la costa sudoeste de Florida prácticamente cada año, por lo general a finales de verano o principios de otoño. Cuando proliferan millones de estas algas y se concentran en una área del océano, los pigmentos que poseen algunos de estos microorganismos planctónicos pueden llegar a teñir las aguas de una tonalidad rojiza.

Marea roja frente a la costa de California. Fuente: Wikipedia

Existen tres tipos de algas asociadas a las mareas rojas. En el Golfo de México está la Karenia brevis (K.brevis), especialmente prevalente a lo largo de la costa occidental de Florida y Texas.

Estas algas microscópicas producen toxinas (brevetoxinas) que pueden matar la vida marina y afectar al humano en caso de consumo de pescado o marisco contaminado.

Los científicos dicen que las mareas rojas, que ocurren en Florida desde antes de los primeros asentamientos humanos, se desarrollan lejos de las costas (a unas 10 – 40 millas) y, por tanto, lejos de las fuentes de nutrientes de origen antropogénico (escorrentías) que suelen darse en las costas.

Sin embargo, estas mareas pueden acabar acercándose más a la costa empujadas por los vientos y las corrientes. Esta marea roja en concreto empezó en noviembre y hasta la fecha ya ha afectado 150 millas de playas.

Esta es la marea de la que hablan los medios de comunicación.

De la que parece que no se habla es de la floración azul-verdosa nociva que ha tenido lugar simultáneamente en el lago Okeechobee – uno de los mayores lagos de Florida y el séptimo más grande del país – y que ha sido propagada a ríos y canales. Esta floración de algas nocivas azul-verdosas (cianobacteria Microcystis), que solo prolifera en aguas dulces (lagos y ríos), está dejando imágenes como éstas:

Florida Wildlife Federation
Richard Graulich/The Palm Beach Post via AP

El lago Okeechobee ha sido gravemente contaminado con fósforo y nitratros tras un siglo de intensas prácticas agrícolas y desarrollo urbano.

Bajo circunstancias normales, durante la temporada de lluvias, el lago se desbordaría y el agua se movería hacia el sur, a través de lo que se conoce como “Río de hierba” para dar vida a los emblemáticos Everglades.

Sin embargo, desde 1910 empezaron a construirse una serie de diques de contención para drenar el agua y convertir el suelo en tierra agrícola. Este sistema de diques, llamado Dique Herbert Hoove, está formado por cerca de 143 diques. Dos compañías – U.S Sugar y Florida Crystals, llamadas en su conjunto “Big Sugar” y situadas justo al sur del lago y propietarias de gran parte de la Área Agrícola de los Everglades (EAA) – obstaculizan este avance natural y son el potente grupo de presión contra la restauración de los Everglades.

Una vez contenido el flujo natural, el agua se acumula en el lago durante periodos de grandes precipitaciones a la vez que recibe la descarga de la escorrentía urbana, ganadería y la enorme escorrentía tóxica de fertilizantes del gigante Big Sugar.

Para proteger la EAA de inundaciones y aliviar la presión en el dique durante la temporada de fuertes precipitaciones, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos descarga regularmente enormes cantidades de esta agua contaminada a las costas este (estuario San Lucie) y oeste (estuario Caloosahatchee), dos estuarios conectados artificialmente al lago Okeechobee. Estas descargas causan graves afectaciones a los organismos de ambos estuarios e incrementan la floración de algas y otras bacterias en el agua (durante el huracán Irma se llegaron a descargar hasta 20 millones de galones de agua dulce a ambos estuarios).

Photo by Bill Kearney

Desde hace tiempo los ambientalistas llevan pidiendo al estado de Florida que compre estas tierras para restablecer el flujo natural del agua. Sin embargo, el proyecto no logra salir adelante.

Los científicos creen que la descarga de miles de galones de agua dulce contaminada del lago Okeechobee ha agravado la marea roja de este año.

Este desastre ecológico se está intensificando a medida que pasan los días y los estragos en la vida marina, tanto en ríos y canales como en el mar, están todavía por determinar, pero se cuentan en toneladas de vida marina, alcanzando cifras sin precedentes.

Solo en la última semana han sido hallados 20 delfines muertos en el condado de Sarasota, cifra equivalente al número de muertes que suelen ocurrir en todo el año. El domingo pasado fue hallado en avanzado estado de descomposición el cuerpo de un conocido delfín llamado Speck, avistado en más de 300 ocasiones por los investigadores que monitorizan las generaciones de delfines en la bahía.

El manatí de Florida, una especie amenazada con solo 6.131 individuos, se encuentra entre las especies que mayor peligro corren. Este año han muerto en todo el estado 515 debido a diversas causas, incluidas hélices de barcos, estrés por frío y floraciones de algas.

El 20 de julio fue hallado el cuerpo sin vida de un tiburón ballena en una playa de la isla de Sanibel. En sus tejidos se encontraron restos de algas tóxicas.

Las tortugas marinas halladas muertas se elevan ya a cientos. La cifra se sitúa por el momento en más de 400.

Sin embargo, no fue hasta el pasado lunes que el gobernador del estado de Florida, Rick Scott, se vio obligado a declarar el estado de emergencia, sin mencionar siquiera la floración de algas azul-verdosas. Para muchos todo parece indicar que el lobby del azúcar sigue dictaminando las decisiones del gobierno.

Además de su toxicidad, las floraciones agotan el oxígeno del agua durante su proceso de descomposición de las algas que van muriendo, matando todo a su paso. En el mar, los más afectados son los corales así como criaturas marinas muy territoriales, lo que significa que no abandonarán su territorio para huir a otro más seguro, o criaturas que son nadadores lentos, tales como el caballito de mar.

Informe elaborado por Ocean Sentry

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