Según informan medios de comunicación japoneses, la flota ballenera japonesa partió el pasado jueves del puerto Shimonoseki, en la Prefectura de Yamaguchi, para matar hasta 333 rorcuales aliblancos antárticos bajo el pretexto de investigación “científica”.
La flota está formada por los arponeros Yushin Maru (724 toneladas) y el Yushin Maru 3 (742 toneladas). Ambos buques se reunirán en alta mar con otros tres buques más, incluido el buque factoría Nisshin Maru de 8.145 toneladas y el Yushin Maru 2, que saldrán de otros puertos.
Los balleneros japoneses mataron 333 rorcuales aliblancos durante la temporada de caza 2015/16 del verano austral, con cerca del 90 por ciento de las hembras en estado de gestación.
El valor científico de esta matanza ha sido intensamente cuestionado por el Comité Científico del organismo que regula la caza de ballenas, la Comisión Ballenera Internacional (CBI), y fuertemente criticado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la autoridad global sobre el estado del mundo natural.
En realidad, gran parte de la carne de ballena procedente de estas cazas con supuestos fines “científicos” acaba a la venta en los mercados de Japón y, al parecer, hay intención de seguir con la práctica dado que Japón considera que la caza forma parte de la identidad nacional japonesa. Sin embargo, la caza industrial de gran escala en Japón empezó después de la Segunda Guerra Mundial, cuando escaseaba el suministro de proteína animal.
En marzo de 2014, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) ordenó el cese inmediato de su permiso “científico” de caza en la Antártida al no considerarse como tal, sentenciando que Japón estaba infringiendo la prohibición de la CBI sobre la caza comercial de ballenas.
En agosto de 2017, la organización sin ánimo de lucro Sea Shepherd, que llevaba desde el 2005 enfrentándose a la flota nipona en aguas antárticas, anunció que no regresaría a la Antártida alegando que el nuevo programa de Japón, NEWREP-A – que amplía el área de caza y reduce la cuota – supera la capacidad de la organización de localizar a la flota y obstaculizar la operación ballenera. Aun así, la organización en Australia, que hasta ahora había liderado la campaña, sigue, supuestamente, recaudando fondos para combatirla, algo que ha suscitado las fuertes críticas por parte de muchos seguidores en el país y en el resto del mundo tras verse estafados viendo como morirán las ballenas sin llevarse a cabo ninguna acción física que impida la matanza.
Este, pues, será el primer año en el que las ballenas en la Antártida quedan a merced de los arpones japoneses.
En marzo de 2016, la organización Sea Shepherd sumó a su flota un nuevo buque patrulla, el Ocean Warrior, seis veces más rápido que cualquiera de los buques arponeros y el propio Nisshin Maru. Actualmente la organización cuenta con 9 barcos, pero ninguno de ellos estará en la Antártida para proteger a estos mamíferos amenazados.