Para el estudio los científicos usaron muestras de ADN histórico que ha permitido descubrir que una de las poblaciones más amenazadas de dugongo es tan genéticamente distinta que perderla sería el equivalente a perder una especie de elefante.
El dugongo (Dugong dugon) es un mamífero marino de tamaño medio relacionado con los elefantes y perteneciente a la familia de especies Sirenia en la que se incluye el manatí. La Gran Barrera de Coral de Australia alberga una de las mayores poblaciones de dugongo, pero su rango abarca zonas costeras del este de África, desde el Sinaí al sur de Mozambique, aguas de Madagascar, varias islas del océano Índico, India, Sri Lanka, la península de Indochina, Indonesia, Filipinas, Nueva Guinea. Por el este llegan hasta las islas Salomón y la Polinesia Francesa, y por el norte alcanzan las islas de Hainan (China), Taiwán y las islas Ryukyu del Japón.
Los científicos saben desde hace tiempo que las poblaciones de dugongo del océano Índico son las que corren más riesgo de extinción, en particular la del dugongo de Madagascar que, según revela este estudio, pertenece a un linaje genético separado y único, separada del resto de poblaciones desde hace millones de años.
“El problema con el dugongo de Madagascar, parecido al del delfín de Maui en Nueva Zelanda en peligro crítico, es que es genéticamente único y confirma nuestros peores temores en términos de su supervivencia,” dice el Dr. Shane D Lavery de la Universidad de Auckland.
“El estudio confirma que hay un nivel muy bajo de flujo genético entre poblaciones de dugongos geográficamente aisladas, de manera que si desaparecen, no solo perderemos unos cuantos dugongos más, sino que además perderemos animales genéticamente distintos que no podrán recuperarse nunca más.
De movimiento lento y comportamiento pacífico, el dugongo se alimenta de hierba marina, de ahí su nombre de “vaca marina”. Sus poblaciones han seguido disminuyendo a pesar de las prohibiciones a su caza por su carne y piel debido a la pérdida de hábitat y la contaminación ambiental tal como la provocada por el plástico.
“La dramática situación del dugongo es otro ejemplo más de lo destructivos que podemos llegar a ser los humanos con otras especies y, ahora, en la era actual, parece que las repercusiones de la contaminación por plástico están causando descensos adicionales de la población,” dice la autora principal la Dra Stephanie Plön de la Universidad Nelson Mandela y la African Earth Observation Network.
La muerte el pasado mes de un dugongo huérfano provocó una generalizada tristeza en Tailandia. Miles de personas habían sido testigos de su recuperación a través de webcam pero, a pesar del cuidado veterinario, la cría murió debido a una infección que los veterinarios dicen se vio exacerbada por el plástico ingerido alojado en su estómago.
“Esperemos que mostrando la rápida pérdida de biodiversidad que está experimentando el dugongo del océano Índico, en particular el dugongo de Madagascar, podamos contribuir a la toma de decisiones más documentadas para este animal emblemático,” dice Lavery.
Esta investigación es la primera que usa ADN antiguo de colecciones de museos y universidades para llevar a cabo un estudio genético del dugongo. Los científicos usaron muestras de ADN, algunas de más de 250 años, debido a que la falta de animales vivos hace casi imposible la recogida de muestras.
El ADN histórico fue extraído de los huesos y dientes de 162 especímenes datados entre 1827 y 1996. También se usaron fragmentos de la vaca marina de Steller (Hydrodamalis gigas), una especie extinta de mamífero sirénido de la familia Dugongidae que medía unos 9 metros de longitud y estrechamente relacionada con el dugongo. Apenas 27 años tras su descubrimiento fue abatida la última vaca marina de Steller en 1854.