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Credit: Peter Leopod

La contaminación acústica generada por los barcos puede ahuyentar al bacalao ártico de sus lugares de alimento

El ruido de los buques mercantes que viajan a través de aguas del Ártico canadiense está obligando al bacalao ártico (Arctogadus glacialis) a sacrificar gran parte de su tiempo dedicado a la búsqueda de alimento y a alimentarse para huir del área hasta que los barcos se alejan.

Los resultados del estudio, el primero que estima la cantidad de ruido acústico que puede afectar a este pez del Ártico, son causa de preocupación debido al deshielo imparable de su hábitat provocado por el cambio climático y que está atrayendo más tráfico marítimo a la región. El estudio será incluido en la revista Ecological Applications en abril. Los científicos habían informado anteriormente de los efectos negativos del ruido de los barcos en mamíferos marinos tales como marsopas y ballenas picudas.

Se sabe que los peces usan el sonido para buscar alimento, evitar depredadores, navegar y comunicarse y que la contaminación por ruido podía amenazar estos comportamientos, dice Aaron Fisk, biólogo de la Universidad de Windsor, en Canadá. “El oído para los peces es más importante de lo que pensamos.”

En agosto y septiembre de 2012, Fisk y sus colaboradores usaron cámaras para registrar la posición de los barcos, a la vez que varias marcas acústicas seguían a 77 cardúmenes de bacalao ártico en la bahía Resolute, frente a la isla Cornwallis, en el territorio canadiense de Nunavut. El equipo comparó entonces información de la ubicación de los peces con imágenes de vídeo del paso de los buques para determinar si los peces se desplazaban en respuesta a su presencia.

Cuando no había ningún barco, el bacalao permanecía en un área de una depresión de 30 metros de profundidad de la bahía. Pero cuando pasaba un barco – creando sonidos de hasta 147 decibelios bajo el agua, parecido al ruido del motor de una moto y casi el doble del ruido ambiental de la bahía – los peces abandonaban su comportamiento alimentario habitual y emprendían una huída de hasta 350 metros durante periodos de hasta 30 minutos. Eso significa que los peces gastaban más energía nadando y menos tiempo ganando calorías, explica Fisk.

Dado que la mayoría del transporte marítimo ocurre durante el verano – el periodo de alimentación crucial en aguas abiertas para las especies marinas -, tales ruidos podrían afectar a la cadena alimentaria de la región, señala Fisk. El bacalao ártico es una presa clave para otros peces así como para ballenas y focas.

“Si la actividad naviera altera el comportamiento de estos cardúmenes se producirán efectos en cascada en el resto de la cadena alimentaria,” dice.

Se prevé que el tráfico marítimo en el área aumente a medida que el ártico siga fundiéndose, abriendo una ruta directa entre Norteamérica y Asia a través del Paso del Noroeste. Actualmente, el número de buques que lo cruzan ha pasado de 4 al año en la década de 1980 a 27 en 2019.

Además del ruido, el bacalao ártico se enfrenta a un abanico de otras amenazas, incluida la exposición al crudo de la extracción petrolera, la pérdida de hielo marino – que es crucial para proteger el desarrollo de sus huevos de las olas y las corrientes – y el calentamiento de las aguas.

Aunque el bacalao ártico evoluciona mejor en torno a los 3ºC, “las aguas superficiales del océano Ártico están alcanzando los 10ºC,” dice Helen Drost, zoóloga de la Universidad de la Columbia Británica en Vancouver, que ha estudiado los efectos del calentamiento en la especie. Eso significa que el bacalao ártico ya no puede usar las aguas superficiales para alimentarse y buscar alimento cuando se calienten en verano.”

“Ahora añade el ruido a todo eso y ya tienes otra amenaza más,” dice. “ Y es una amenaza importante si el bacalao huye asustado a otras áreas que no son un hábitat óptimo o se aleja de su presa dado que solo tiene una breve temporada para engordar.”

Aunque es necesario seguir investigando para comprender los efectos totales de esta contaminación en el pez y su comportamiento, “este tipo de estudios que evalúan los movimientos de los animales son ahora más importantes que nunca,” dice.

“No tenemos un buen control de que lo que está ocurriendo en el Ártico,” añade.

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