El 1 de septiembre Japón empezó su polémica caza de delfines anual en el pueblo pesquero de Taiji. En solo tres días ya han tenido lugar tres batidas.
El lunes día 2, los pescadores sorprendieron a una pequeña manada de calderones grises a su paso por las aguas de Taiji, obligándola a precipitarse contra los acantilados. Los pescadores asesinaron a cada uno de sus miembros.
Al día siguiente, los pescadores se frotaban las manos tras dar caza a una manada de delfines mulares, la especie más cotizada, a la que consiguieron acorralar en la infame cala y capturar a 6 de sus miembros.
Hoy, 7 delfines mulares más de otra manada han corrido la misma suerte.
A partir de ahora estos delfines, y los que les sigan, tendrán que obedecer a sus captores a cambio de alimento, recluidos en pequeños corrales marinos. Una vez doblegado su instinto natural serán vendidos al mejor postor.
A partir de ahora, sus vidas, ya amenazadas por el estrés de la batida, las condiciones súbitas de hacinamiento y la administración temprana de medicamentos (muchos delfines dejan de comer debido a la ansiedad y tristeza), transcurrirán bajo el sometimiento humano.
Acabarán siendo vendidos
por hasta 159.000 dolares a delfinarios y parques marinos de todo el mundo, una venta millonaria que convierte estas batidas en un negocio muy rentable para los pescadores. Cada entrada que pueda comprar una persona en el lugar que sea del mundo para ver a un delfín pasar a través de un aro o nadar con él fomenta la demanda y por tanto la captura de más delfines.
Los pescadores, asesorados por los adiestradores del Museo de la Ballena en Taiji, una instalación cercana con delfines en cautividad procedentes de estas batidas, escogen de entre las manadas a los delfines más jóvenes, sin cicatrices o marcas que puedan “alterar la estética y por tanto su valor en el mercado”. El resto de delfines puede acabar siendo devuelto al mar o bien acabar descuartizado por su carne, a pesar de su poco valor y de sus elevadas concentraciones de mercurio.
Durante una reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), la organización Dolphin Project oyó decir a uno de los representantes de la delegación japonesa que la matanza de delfines es una “forma de control de plagas”. Los pescadores consideran a los delfines una competencia por el pescado. Es por ello que en estas cruentas batidas se combinan lucro e ignorancia.
La organización sin ánimo de lucro Dolphin Project es la única organización que lleva en el terreno en Taiji desde 2003 con su equipo de valientes voluntarios procedentes de todas partes del mundo y seguirá firme hasta hundir la industria que la promueve. Su objetivo es documentar y retransmitir en directo cada batida y cada matanza, exponiendo diariamente la macabra relación que existe entre parques marinos y delfinarios y la matanza de delfines en lugares como Taiji, desanimando de una vez por todas la compra de entradas para ver y tocar delfines, orcas, belugas u otro mamífero marino sometido al cautiverio contra natura.