“Cuánto más esperemos, más difícil será poder solucionar este problema”
Los científicos reunidos en la asamblea anual para la ballena del Atlántico Norte (Annual Meeting of the North Atlantic Right Whale Consortium, NARWC) celebrada el domingo en Halifax, Canadá, estiman que a la especie le quedan poco más de dos décadas a menos que se produzcan cambios inmediatamente.
Durante la sesión, científicos hablaron de la urgencia del destino de la ballena del Atlántico Norte (Eubalaena glacialis).
Este verano han muerto al menos 15 ballenas en aguas canadienses y estadounidenses, llevando a los científicos a subrayar que la actividad humana es la principal causa de la muerte de todas las ballenas del Atlántico Norte.
“La sensación de urgencia para mí es descubrir que la población que está hoy está viva, muchas de las hembras reproductoras, puede que hayan desaparecido en dos décadas. Y es un periodo de tiempo muy corto para poder hacer algo,” decía el ecólogo marino Mark Baumgartner de la Institución Oceanográfica Woods Hole.
La investigación más reciente sugiere que en 2016 solo quedaban 451 ballenas.
En 2015 habían 458 pero únicamente 105 de esas ballenas eran hembras reproductoras. Entre el periodo 2011 y 2015, la población perdió en torno a 20 individuos al año. Si continúan las pérdidas a este ritmo, todas las hembras reproductoras habrán desaparecido en 21 años. No tener hembras reproductoras significa que no van haber más crías de ballena del Atlántico Norte.
“Creo que solo tenemos unos años para hacer algo. Cuanto más esperemos, más difícil será que podamos solucionar este problema”, decía Baumgartner.
La estimación de la población en 2017, que incluiría las pérdidas de este año, no estará disponibles hasta en otoño del próximo año.
Según la científica Amy Knowlton, las hembras son también las más afectadas negativamente por los enredos.
Knowlton, que trabaja en el Acuario de Nueva Inglaterra en Boston, dice que el 85 por ciento de todas las ballenas del Atlántico Norte han sufrido enredos y que el 50 por ciento de éstas ha quedado enredada más de una vez.
Informa que los científicos documentaron 1.390 enredos en ballenas entre 1980 y 2015 y que estos enredos han estado aumentado durante la última década.
“Nos preocupa mucho esta nueva tendencia y la gravedad en aumento de estos casos,” dice.
“Los cabos son los culpables. Se enredan en ellos y no se pueden liberar rápidamente, quedan envueltas provocando un enredo muy complejo que puede causar un deterioro de su salud.”
Knowlton dice que parte del problema son los cabos empleados en la pesca de langosta y cangrejo, que en los últimos años se fabrican cada vez más resistentes y gruesos.
Dice que una de sus mayores preocupaciones es que las ballenas jóvenes son más vulnerables a sufrir enredos en estos cabos más resistentes y que podrían ahogarse más rápidamente.
“Los cabos son demasiado fuertes para que las ballenas puedan vivir con ellos,” dice.
Knowlton dice que los investigadores han estado trabajando con los pescadores para evaluar cabos más ligeros.
Junto con investigadores, en la conferencia acudieron representantes del gobierno, de la industria de cruceros y pescadores que expresaron su voluntad de trabajar juntos.
Para evitar más muertes, en agosto entró en vigor un límite de velocidad de 10 nudos en el Golfo de San Lorenzo y varios barcos fueron sancionados por superar esa velocidad máxima.
Baumgartner dice que el descenso de la población está ocurriendo más rápido de lo nadie había previsto y tal vez demasiado rápido para los científicos.
Baumgartner y muchos otros destacaron que, sea cual sea la solución, es necesario de un esfuerzo internacional.
“Espero que si tomamos medidas, podamos hacer algo que ayude a esta especie,” dice. “Pero tiene que ser pronto.”
Algunos hechos
Hay otras dos especies de ballena franca, la Eubalaena australis, que vive en el hemisferio sur, y la Eubalaena japonica, la ballena franca del Pacífico Norte. Las tres especies nunca coinciden en sus viajes oceánicos. Aunque la población de ballena franca del sur está aumentando a razón de entre un 7 y un 8 por ciento al año, la ballena franca del Atlántico Norte no está mostrando ningún signo de recuperación desde la caza ballenera, quedando menos de 500 individuos.
Por razones que todavía nadie comprende, esta especie está alumbrando un número increíblemente bajo de crías. Por ejemplo, en la estación de cría de 1999/2000, los investigadores solo vieron a una nueva cría.