La Antártida batió la semana pasada su récord de calor tras alcanzar los 18,3ºC, superando los 17,5ºC alcanzados en marzo de 2015.
La lectura fue tomada en la estación del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) Esperanza, una estación científica argentina ubicada en punta Foca de la bahía Esperanza en el extremo norte de la península del continente.
Y esa no ha sido la única temperatura récord registrada. El SMN también anunció temperaturas récord en la base científica y militar Marambio que mantiene el país en la Antártida, a unas 62 millas de la base Esperanza.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) destaca que la comprobación de este registro en la Antártida es importante porque ayuda a construir un escenario del tiempo y clima en una de las últimas fronteras del planeta y que, al igual que el Ártico, está escasamente estudiada en cuanto a observaciones y pronósticos meteorológicos, pese a que ambos juegan un importante papel en el control de las pautas climáticas y oceánicas y en el aumento del nivel del mar.
En los últimos 50 años, la Península Antártica (en el extremo noroeste cerca de Sudamérica) es una de las regiones del planeta que más rápidamente se está calentando, con un aumento de casi 3ºC, provocando que la cantidad de deshielo se haya multiplicado por seis entre 1979 y 2017.
La Antártida cuenta con una extensión de 14 millones de km cuadrados (casi el doble del tamaño de Australia), es fría, ventosa y seca. Las temperaturas promedio anuales oscilan entre los -10ºC (en la costa) a -60ºC (en el interior). Su inmensa capa de hielo tiene hasta 4,8 km de espesor y contiene el 90 por ciento del agua dulce del mundo, suficiente para elevar el nivel del mar unos 60 metros en caso de fundirse.
La OMM también ha alertado que durante el pasado siglo cerca del 87 por ciento de los glaciares de la costa oeste de la península han retrocedido, la mayoría sufriendo un proceso acelerado en solo los 12 últimos años.
A modo de ejemplo destaca que las imágenes por satélite revelan que las dos grietas del glaciar Isla Pine, vistas por primera vez a principios de 2019, han crecido rápidamente en los últimos días hasta alcanzar una extensión aproximada de 20 km de longitud. Este glaciar está considerado como una de las principales arterias de hielo de la Antártida Occidental.