Ocean Sentry
La administración Trump propuso ayer abrir casi todas las aguas de Estados Unidos a la explotación de crudo y gas.
La propuesta, que tiene por objetivo impulsar la producción energética, ha desatado las protestas de los estados costeros, grupos ambientalistas y del sector turístico.
El intento llega cuando han pasado menos de ocho años del derrame de crudo de la plataforma petrolera Deepwater Horizon en el golfo de México, el mayor en la historia americana. El desastre causó daños económicos valorados en miles de millones de dólares y llevó al ex presidente Barak Obama a aumentar las regulaciones de la industria petrolera.
El secretario de interior Ryan Zinke dijo el jueves que el Programa de Arrendamiento Nacional de Explotación de Crudo y Gas para 2019 hasta 2024 dejará el 90 por ciento de la superficie total de la plataforma continental disponible al arrendamiento de los operadores.
Eso derogaría la orden de la administración Obama que situaba el 94 por ciento de la plataforma continental exterior fuera de los límites de la actividad petrolera. El plan de 2017-2022 de Obama se verá reemplazado por el nuevo programa cuando éste finalice.
Zinke dice se podrán arrendar entre 25 y 26 áreas de la plataforma continental que cubrirán todos los litorales de Estados Unidos. Entre los arrendamientos previstos se incluyen 19 frente a la costa de Alaska, siete en el Pacífico, 12 en el golfo de México y 9 en la región del Atlántico. Los últimos arrendamientos para las costas este y oeste fueron en la década de los 80.
La propuesta marca un enorme cambio en la política anterior.
Semanas antes de dejar su oficina, Obama prohibió nuevas prospecciones de crudo y gas en aguas federales en los océanos Atlántico y Ártico, protegiendo 115 millones de acres de aguas (46,5 millones de hectáreas) frente a la costa de Alaska y 3,8 millones (1,5 millones de hectáreas) en el Atlántico, desde Nueva Inglaterra a la bahía de Chesapeake.
Grupos ambientalistas, gobernadores y empresarios del sector turístico se oponen a cualquier intento de abrir los litorales a los pozos petroleros citando los riesgos ambientales y las amenazas que suponen para el lucrativo sector turístico.
El gobernador republicano de Florida Rick Scott dice que está luchando con todas sus fuerzas contra la propuesta.
“Ya he pedido reunirme de inmediato con el secretario Zinke para discutir mis inquietudes y la necesidad crucial de sacar a Florida de esta propuesta,” dice.
Grupos ambientalistas describen el plan de muy peligroso.
“Trump está intentando convertir nuestros océanos en campos petrolíferos. Su imprudente plan expondría a la fauna silvestre y a las comunidades a más derrames de crudo devastadores,” decía Kristen Monsell, directora jurídica del programa océanos de la organización Center for Biological Diversity.
Grupos de empresas turísticas llevan tiempo luchando contra cualquier propuesta, que además llega en un momento en que la costa del golfo empieza a recuperarse del derrame de Deepwater. El plan abriría la costa de California, donde la oposición a las prospecciones petrolíferas ha sido muy feroz desde la explosión de la plataforma petrolera Union Oil en 1969 a 6 millas de la costa, considerado en ese momento el mayor derrame de crudo en aguas de Estados Unidos. Actualmente ocupa el tercer lugar tras los derrames de Deepwater Horizon en 2010 y Exxon Valdez en 1989. En un periodo de diez días, se vertieron al mar entre 80.000 y 100.000 barriles de crudo. El derrame tuvo importantes repercusiones en la vida marina, matando unas 3.500 aves marinas, así como delfines, elefantes marinos y leones marinos.
