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White-eyed moray eel (Gymnothorax thyrsoideus). Photo: Wikipedia

La actividad humana amenaza el Triángulo de Coral

La intensa actividad humana amenaza el Triángulo de Coral, un área marítima tropical situada en el Pacífico, en la convergencia del sudeste de Asia y Oceanía, que incluye aguas de seis países: Indonesia, Malasia, Papúa Nueva Guinea, Islas Filipinas, Islas Salomón y Timor Oriental. Según la organización WWF, esta región abarca porciones de dos regiones biogeográficas: la región indonesia-filipina y la región Pacífico sudoccidental, dotándola de una de las biodiversidades marinas más ricas del mundo.

El Triángulo del Coral tiene la mayor diversidad de corales y el mayor número de peces de arrecife del mundo. Contiene el 76 por ciento de las especies de coral del mundo (unas 605 de las 798 especies de coral conocidas) y el 37 por ciento de las especies de peces de arrecife (unas 2.220 de las 6.000 conocidas).

Con tal biodiversidad, el Triángulo de Coral sustenta unos 120 millones de personas en la región, de los que 2,25 millones son pescadores. Según la organización WWF, la región es un importante lugar para el desove del atún, que genera una industria atunera global multimillonaria. Además, las comunidades costeras han estado beneficiándose de la belleza natural de la región, que cada año genera 12.000 millones de dólares en el sector turístico.

Lamentablemente, la codicia humana es la causa principal de la degradación ambiental del área. La sobreexplotación y la destrucción de este ecosistema marino están teniendo consecuencias muy negativas y es algo que confirman muchos informes y análisis conducidos por agencias internacionales tales como el Instituto de Recursos Mundiales, el Banco Asiático de Desarrollo, el WWF, la organización The Nature Conservancy (TNC), la Red Internacional de Acción para los Arrecifes de Coral (ICRAN), el Centro Mundial de Monitoreo para la Conservación del Programa de lasNaciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Red Mundial de Vigilancia de Arrecifes Coralinos.

Estos informes subrayan cinco importantes amenazas para el Triángulo de Coral. En primer lugar la sobrepesca, la amenaza local más generalizada para los arrecifes de coral de la región, que sustenta una industria pesquera por valor de hasta miles de millones de dólares al año. Especies como el atún, el camarón y especies concretas de meros locales tienen una elevada demanda global. Es por ello que el arrastre de fondo – un método que consiste en peinar el suelo marino capturando a su paso tanto adultos como crías – sigue prevaleciendo en la región, agravando la disminución de las poblaciones de peces que ya han sufrido un descenso del 95 por ciento desde la década de 1960.

La pesca con dinamita, que destruye los ecosistemas de la región allí donde se practica, se está extendiendo como la “pólvora” por todo el Triángulo de Coral. Este destructivo método es cada vez más popular por la facilidad en la que pueden recogerse los bancos explosionados de peces. Sin embargo, las explosiones submarinas destruyen los hábitats y arrecifes que albergan las poblaciones de peces locales, dejando tras ella un páramo de coral muerto.

La tercera mayor amenaza es la pesca con cianuro, una práctica relativamente nueva entre los pescadores del área. La pesca con cianuro implica rociar cianuro de sodio disuelto en agua en un arrecife donde se sabe que los peces se esconden, aturdiéndolos y facilitando la extracción de éstos. A menudo los arrecifes afectados sufren daños durante el proceso de recuperación ya que no hay disponible ningún equipo adecuado.

El cambio climático y la alteración en los patrones meteorológicos son la cuarta mayor amenaza para el Triángulo, aumentando la incidencia del blanqueamiento coralino debido al aumento de la temperatura del agua. Temperaturas más altas y el agua más ácida en todo el mundo están amenazando el ecosistema global como conjunto, alterando el equilibrio de la vida marina del planeta.

Además, el rápido desarrollo urbano ha provocado un aumento de la explotación forestal por todo el litoral, que directamente contribuye a la deforestación y a la degradación de los bosques. Esto a su vez libera enormes cantidades de sedimentos, fertilizantes y productos químicos a las áreas costeras, alterando el ph del agua marina y propiciando floraciones de algas en los arrecifes que compiten con las poblaciones de corales existentes.

Finalmente, seis de las siete especies de tortugas marinas del mundo – la tortuga láud, la tortuga verde, la tortuga carey, la tortuga olivacea, la tortuga boba y la tortuga plana – halladas en la región están amenazadas de extinción, a pesar de las medidas tomadas por las autoridades locales para controlar y erradicar el tráfico de fauna silvestre en el área. Las tortugas se cazan por sus huevos, caparazones y carne, que alcanzan precios desorbitados en el mercado negro. Para agravar todavía más las cosas, la contaminación de origen terrestre está destruyendo las playas de anidación de estos ancestrales reptiles.

Autoridades internacionales y locales así como el WWF han lanzado varias campañas, reforzando las leyes y velando por su cumplimiento en el Triángulo de Coral, aunque estas medidas parecen ser inefectivas para sensibilizar a la gente con respecto a la importancia de los ecosistemas marinos del sudeste asiático. La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) debería considerar abordar estos problemas, tal vez mediante acuerdos multilaterales parecidos a cómo la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) inició el Acuerdo de París en 2016 para combatir el cambio climático.

La falta de cobertura en los medios de comunicación así como la falta de información sobre el magnitud del daño que se está provocando en el coral en la región supone otra preocupación.

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