Ocean Sentry
El incidente ocurrió en 2009 cuando el acusado, Dmitry Kendler, estaba de acampada en una playa de Israel y la tortuga llegó por la noche para desovar. El perro del acusado no paraba de ladrar al animal, llevando al acusado a matar a la tortuga para poder conciliar el sueño.
La semana pasada el tribunal de magistrados de Netanya sentenciaba a diez meses de cárcel a un hombre por provocar la muerte al animal. El fallo se considera uno de los más severos por abuso animal en la historia del país.
La agresión aplastó la espina dorsal de la tortuga, provocándole una hemorragia severa.
Funcionarios de la Autoridad de Naturaleza y Parques, que hallaron a la tortuga al día siguiente en estado grave, no tuvieron otra alternativa que sacrificarla.
Durante la necropsia se hallaron 93 huevos en su interior. A pesar de los esfuerzos, solo eclosionó uno de ellos. Tras la eclosión, la cría fue conducida al mar.
El juicio ha tardado más de una década ya que el acusado acabó confesando los hechos en 2013.
Kendler explicó que su perro no paraba de ladrar a la tortuga y que no le dejaba dormir.
El juez dictaminó que “las acciones del demandado habían sido de una extrema crueldad” y sentenció al acusado a 10 meses de prisión y al pago de una multa de 2.773 dólares.
Las tortugas marinas – bobas, láud y verdes – llegan a las playas del litoral israelí a poner sus huevos. Todas corren peligro de extinción tras décadas de caza, contaminación y alteración del hábitat provocadas por la actividad humana.
