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Japón mató 50 rorcuales aliblancos en un área protegida de la Antártida

La publicación de los datos, expuestos por grupos conservacionistas en la reunión anual de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) que se está celebrando en Brasil, llega en un momento en el que Japón está tratando por todos los medios debilitar la prohibición global de la caza comercial de ballenas.

En la reunión, que ha empezado hoy, Japón ha presentado un paquete de propuestas que podría desmantelar completamente la prohibición global sobre la caza comercial de ballenas en vigor desde 1982.

Aunque el actual programa ballenero de Japón le permite matar cada año a varios cientos de ballenas bajo el pretexto de investigación científica, su nuevo paquete de propuestas es una manifiesta declaración para reanudar la caza comercial de ballenas. De conseguir el apoyo suficiente, allanaría el camino para Japón, y sin duda para otras naciones, parar cazar ballenas.

La caza de ballenas con fines comerciales fue prohibida en 1986, pero naciones como Noruega e Islandia se han concedido algunas exenciones.

Japón “se” permite cazar ballenas bajo el pretexto de investigación científica, aunque luego la carne acaba vendiéndose en el mercado. Su caza anual en el Océano Austral se cobró este año la vida de 333 rorcuales aliblancos, incluidas 122 hembras gestantes.

Ahora, un análisis del informe del Comité Científico de la CBI elaborado por la WWF, ha revelado que los tres buques balleneros de la flota nipona mataron gran parte de los rorcuales aliblancos en una sección del área marina protegida (MPA) del Mar de Ross entre enero y febrero de 2018. En esta sección está prohibido cualquier tipo de pesca con el fin de proteger la vida marina, incluidas la ballena azul, la yubarta, el rorcual común, las orcas, los pingüinos emperadores y las focas de Weddell.

Sin embargo, las 24 naciones que acordaron esta MPA y que forman la Convención para la Conservación de los Recursos Marinos Antárticos (CCRVMA) no controlan la caza de ballenas en la región.

La Corte Internacional de Justicia dictaminó en 2014 que Japón tenía que cancelar todos sus permisos de su llamada “investigación científica” en el Océano Austral, sin embargo lo único que hizo el país nipón fue emitir un nuevo permiso para la caza de 333 de rorcuales comunes cada año hasta 2027.

“Miles de otras especies están protegidas en esta parte del Mar de Ross, por lo que es inaudito y absurdo que los rorcuales aliblancos no lo estén,” dice Rod Downie, experto en asuntos polares de la WWF.

“La caza de ballenas con el pretexto científico tiene que acabar de una vez por todas. La CBI y la CCRVMA tienen que trabajar conjuntamente y tomar medidas inmediatamente para cerrar esas lagunas jurídicas, que son explotadas por naciones como Japón, y asegurar la protección de este santuario para las futuras generaciones.”

Los intentos anteriores de Japón para debilitar la prohibición han caído en saco roto y es improbable que logre cambiar la normativa. Los conservacionistas han pedido al resto de naciones que rechacen las propuestas.

“Si Japón lograra salirse con la suya, sería una enorme victoria para esos balleneros que una y otra vez se han burlado de la moratoria internacional, además de ser un absoluto desastre para las ballenas del mundo,” decía Clare Perry de la Agencia de Investigación Medioambiental.

“Japón, Islandia y Noruega han matado colectivamente unas 38.839 ballenas desde 1986”, decía.

“Muchas especies de grandes ballenas todavía no se han recuperado de la enorme caza masiva del pasado y actualmente se enfrentan además a las crecientes amenazas existenciales que van desde el cambio climático a la contaminación marina por productos químicos, plásticos y contaminación acústica.”

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