Ocean Sentry
Los nuevos desarrollos económicos en el Ártico, tales como el transporte y la explotación petrolera, traerán consigo riesgos de derrames de crudo sin precedentes.
El mundo pide un conocimiento profundo de la resistencia y capacidad de “autolimpieza” del ecosistema Ártico para recuperarse de un derrame.
A pesar de los esfuerzos en las labores de limpieza en grandes derrames de crudo, solo entre el 15 y el 25 por ciento del crudo puede limpiarse mediante métodos mecánicos, como fue el caso del derrame de crudo del Exxon Valdez en el estrecho del Príncipe Guillermo en Alaska, con el derrame de 38.000 toneladas de crudo, y el derrame de Deepwater Horizon en el golfo de México con 779.000 toneladas. Los futuros derrames no serán distintos. Sin embargo, gracias a su capacidad metabólica, los microorganismos transformaron una gran cantidad del crudo en compuestos menos tóxicos, desempeñando una importante función en la biodegradación natural de ese crudo y por tanto reduciendo sus repercusiones en ambos desastres.
“Presentamos una primera evaluación de la potencial degradación microbiana en aguas marinas frente a la costa de Groenlandia,” decía Leendert Vergeynst, del Centro de Investigación Ártica de la Universidad de Aarhus en Dinamarca.
El grupo de investigación ha identificado varios factores que dificultan este proceso en el Ártico.
Bajas temperaturas, hielo marino y pocos nutrientes
La baja temperatura cambia las propiedades químicas del crudo derramado y ralentiza esta biodegradación. Por ejemplo, el crudo frío es más viscoso, lo que dificulta su dispersión. La eficiencia de la degradación microbiana se ve disminuida cuando el crudo no está disperso en pequeñas gotas.
Las olas también juegan un papel importante rompiendo el crudo. Sin embargo, cuando hay hielo no hay o hay menos olas.
Por lo general, el Ártico es un entorno con cantidades muy bajas de nutrientes tales como nitrógeno y fósforo. Estos nutrientes no están presentes en el crudo y las bacterias biodegradadoras de crudo necesitan encontrarlas en el agua, por lo que pocos nutrientes llevan a una reducida actividad de estas bacterias.
Formación de partículas, luz solar y adaptación
Las floraciones de fitoplancton y las partículas minerales en suspensión liberadas por los glaciares ocurren durante la primavera y verano árticos. Las concentraciones de partículas procedentes de las cuencas glaciares y las floraciones de algas en aguas árticas pueden ser superiores, en varios órdenes de magnitud, a las del golfo de México, donde el fitoplancton, partículas y gotas de crudo se adhirieron entre ellos y se hundieron al fondo marino formando un “alud sucio” durante el derrame de crudo de Deepwater Horizon en 2010. Y la degradación microbiana del crudo en el suelo marino es mucho más lenta que en la columna de agua.
Las 24 horas de luz solar durante el verano ártico pueden ayudar a los microbios a romper las moléculas de crudo en trozos más pequeños. Sin embargo, también pueden hacer más tóxicos los componentes del crudo para los organismos marinos. Todavía se necesita seguir investigando para comprender el efecto de la luz solar en los derrames de crudo en el ecosistema ártico.
Los derrames de crudo pequeños pero frecuentes en otras aguas marinas han adaptado sus microbios a biodegradar crudo. Sin embargo, el Ártico sigue siendo un entorno muy prístino. Es por ello que los investigadores siguen investigando si las poblaciones microbianas presentes en el Ártico se han adaptado a degradar componentes del crudo.
“Nos preocupa especialmente que las moléculas más tóxicas en el crudo, tales como los hidrocarburos policíclicos aromáticos, puedan ser los más difíciles de degradar,” dice Vergerynst.
