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Hallada muerta una foca monje del Mediterráneo en la costa turca

La foca monje del Mediterráneo (Monachus monachus) de dos meses de edad fue hallada muerta el 24 de noviembre en la costa de la provincia de Antalya, al suroeste de Turquía.

Después de serle realizada la necropsia, la Fundación Turca de Investigación Marina (TUDAV) halló rastros de redes de pesca en su cuerpo. La fundación, que investiga para proteger la vida marina, también detectó una neumonitis provocada por una inflamación de los pulmones y parásitos en los intestinos.

El profesor Mehmet Gökoğlu, académico de la Facultad de Acuicultura, había informado anteriormente a la Agencia Anadolu, gestionada por el estado, que probablemente la cría murió después de que su madre saliera en busca de alimento, dejando a su bebé en la cueva en la que se habían refugiado.

“Probablemente, después de que la madre saliera, la cueva se inundó o la cría salió de ella porque estaba hambrienta,” dice.

“Las crías de foca son muy vulnerables y débiles. Creemos que, mientras intentaba llegar a tierra, quedó atrapada en una red de pesca y murió ahogada. Hay marcas en su cara que pensamos se produjeron mientras intentaba deprenderse de ellas,” dice.

En la actualidad, la foca monje del Mediterráneo, uno de los mamíferos marinos más amenazados del mundo, solo existe a lo largo de las costas de Turquía, Grecia, Mauritania y Portugal, con una población de unos 700 individuos, según la Sociedad Subacuática de Investigación – Grupo de investigación de la foca monje mediterránea (SAD-AFAG).

Dado su carácter confiado, fueron presas fáciles para cazadores y pescadores que usaban garrotes, lanzas y redes para cazarlas.

Varias causas provocaron el dramático descenso de la población a lo largo del tiempo: por un lado, la caza comercial (especialmente durante el imperio romano y la edad media) y la erradicación durante el siglo XX por parte de los pescadores, que solían considerarla una plaga debido al daño que causaban en las redes cuando intentaban capturar el pescado atrapado en ellas. Por otro, la urbanización costera y la contaminación.

Los supervivientes fueron progresivamente dejando de congregarse en playas abiertas y rocas escarpadas y buscaron refugio a lo largo de costas inaccesibles y cuevas – a menudo con entradas bajo el agua.

Los científicos han confirmado que se trata de una adaptación reciente provocada muy probablemente por el rápido aumento de la población humana, el turismo y la industria, que han causado la destrucción del hábitat natural de la especie.

Dada su naturaleza tímida y sensible a la alteración humana, se han ido adaptando lentamente para evitar todo contacto humano. Sin embargo, las cuevas costeras son lugares peligrosos para las crías, que provocan una importante mortandad cuando las tormentas marinas azotan estos últimos refugios.

Entre las principales amenazas se incluyen: el deterioro y pérdida del hábitat debido al desarrollo costero, incluido el turismo y las embarcaciones de recreo, la matanza deliberada por parte de los pescadores y operadores de piscifactorías, que consideran al animal una plaga que daña sus redes y “roba su pescado”, los enredos accidentales en las artes de pesca que provocan la muerte por ahogamiento, una menor disponibilidad de alimento debido a la presión pesquera y los llamados sucesos estocásticos, tales como brotes de enfermedades.

Sus restos serán expuestos en la Facultad del Museo de Acuicultura de la Universidad del Mediterráneo.

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