El cuerpo en descomposición de una ballena franca del Atlántico Norte hallada en la costa de Nashawena Island, en Massachussets, eleva a 16 el número de ballenas del Atlántico Norte halladas muertas en lo que va de año, según informa la organización International Fund for Animal Welfare (IFAW) en su página en Facebook.
La organización sin ánimo de lucro, con sede en Yarmouth Port, está trabajando con la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) para determinar la causa de la muerte.
Científicos reunidos en la asamblea anual para la ballena del Atlántico Norte (Annual Meeting of the North Atlantic Right Whale Consortium, NARWC) celebrada el domingo en Halifax, Canadá, han estimado que en 2016 quedaban en el mundo 451 ballenas del Atlántico Norte.
De las 16 muertes conocidas este año, 12 han ocurrido en el Golfo de San Lorenzo, en Canadá, y 4, incluida esta última, en aguas frente a la costa de Cape Cod.
“Parece tratarse de un animal joven, por lo que la probabilidad de que la causa de la muerte haya sido natural o normal no es alta,” decía Misty Niemeyer, bióloga experta en ballenas de la organización.
“Y aun de ser una muerte natural, se han producido demasiadas muertes en un solo año y eso es algo muy preocupante,” dice. “Es una cifra de muertes alarmantemente elevada y una cifra muy baja de nacimientos en un año.”
Estas ballenas reciben su nombre porque los balleneros las consideraban históricamente las ballenas “correctas” (right en inglés) para cazar porque flotaban tras ser arponeadas y producían grandes cantidades de aceite. Como resultado, su población fue esquilmada durante la era ballenera.
En un año típico suelen hallarse muertas tres ballenas francas. En 2017, han sido halladas muertas 15: dos frente a la costa de Massachussets, nueve en el Golfo de San Lorenzo y cuatro frente a la costa de Terranova. También se han documentado cinco ballenas vivas enredadas en cabos en aguas canadienses.
Se han llevado a cabo necropsias en seis de las ballenas halladas en el Golfo y se ha publicado un informe de 219 páginas llamado “Incident Report: North Atlantic Right Whale Mortality Event in the Gulf of St. Lawrence 2017″.
El informe concluye que cuatro ballenas murieron debido a un trauma agudo, lo que revela colisiones con barcos. Se confirmó que una ballena había muerto debido a un enredo crónico en un arte de pesca y para otra no pudo determinarse la causa de la muerte debido al avanzado estado de descomposición que presentaba. No se halló ninguna evidencia que sugiriera la implicación de biotoxinas, enfermedades infecciosas o hambruna como causas principales de las muertes.
Estas muertes son importantes porque la ballena franca del Atlántico Norte ha estado peligrosamente cerca de la extinción desde 1930, llegando a contarse solo 300 individuos. A principios de 2017, los científicos creyeron que la población ascendía a 500, pero en septiembre científicos de la NOAA determinaron que solo quedaban 458. Ese dato se tomó antes del brote reciente de muertes de este año, por lo que la población quedaría reducida a 444 ballenas – el número de muertes este año representa un 3 por ciento de la población.
Tony LaCasse, del Acuario de Nueva Inglaterra en Boston, ha verificado las estimaciones de la NOAA.
“Cada ballena del Atlántico Noroeste ha sido catalogada. El acuario tiene un catálogo de todos los individuos conocidos en base a “avistamientos y fotografías y otra información”, dice LaCasse. “Tenemos cientos de miles de entradas para diferentes ballenas francas que se remonta a la década de los años 30.”
A medida que fueron aumentando el número de muertes este verano, el ministro de pesca y océanos canadiense, Dominic LeBlanc, cerró la pesquería de cangrejo del este canadiense dos días antes tras ser halladas muertas dos ballenas enredadas en artes de pesca para cangrejos y avistarse cinco ballenas vivas con cortes, lesiones y cicatrices provocadas por enredos en artes de pesca o que seguían aun enredadas.
Para reducir el potencial de las colisiones con barco, el ministro canadiense de Transporte, Marc Garneau, impuso este verano un límite de velocidad en el Golfo de 10 nudos para todos los buques de más de 20 metros de eslora y un límite voluntario de 10 nudos para barcos más pequeños. El límite de velocidad se suprimirá una vez las ballenas regresen a sus aguas de invierno. Como resultado de esta medida, nueve cruceros cancelaron sus paradas en Charlottetown y la isla del Príncipe Eduardo.
Entre otras recomendaciones para proteger a la especie se incluyen el desarrollo de un plan a largo plazo para monitorizar la tendencia de la población y uso del hábitat, estudiar el impacto de la pesca comercial en la ballena y priorizar la financiación de sondeos acústicos, aéreos y en barco y evaluar si podría ser necesario modificar las protecciones existentes tales como la normativa de velocidad de los barcos.
La aparición de ballenas francas en el Golfo de San Lorenzo ha dejado a los científicos perplejos ya que el área no forma parte de su lugar tradicional de alimento. Normalmente, estas ballenas pasan sus veranos en la bahía de Fundy, con menos tráfico marítimo. El Golfo, por otra parte, tiene un elevado tráfico marítimo ya que conecta el centro y este de Canadá con las rutas marítimas internacionales.
Como parte de los esfuerzos para hallar una solución se requiere investigar más sobre este desplazamiento al Golfo desde la Bahía de Fundy y desarrollar e implementar medidas de conservación específicas para el área.