El crucero llegó al puerto de Alaska con una triste sorpresa en su proa; el cuerpo sin vida de una ballena jorobada. El Grand Princess, de 290 metros de la flota Princess Cruises, atracaba en Ketchikan con el mamífero marino incrustado en el bulbo de proa, diseñado para reducir la resistencia al avance del buque por formación de olas.
El portavoz del Princess, Brian O’Connor, dijo que la compañía quedó sorprendida y entristecida al descubrirlo.
“No se sabe ni cómo ni cuándo ocurrió ya que no notamos ningún impacto,” dice. “Tampoco sabemos si la ballena estaba viva o muerta en el momento de la colisión.”
Dice que la tripulación no vio ninguna ballena cerca del barco durante toda la noche en las próximadades de Ketchikan, cerca del extremo sur del Mango de Alaska, al norte de la Columbia Británica. Las fotos revelan que podría tratarse de una ballena joven. El periódico Ketchikan Daily News informa que la ballena medía 6 metros de longitud.
El barco, con una capacidad para 2.600 pasajeros y una tripulación de 1.250, empezaba su tercer día de un crucero de día y vuelta de 10 días desde San Francisco. Se esperaba que el Grand Princess saliera de Ketchikan a última hora del miércoles.
Según O’Connor, la línea de cruceros tiene un exhaustivo programa para evitar las colisiones con ballenas. Las tripulaciones tienen directrices de cómo operar tras avistar ballenas, cambiando el curso y reduciendo la velocidad para evitarlas.
Los barcos no deben aproximarse a menos de 91 metros de las ballenas jorobadas y deben limitar el tiempo de observación a 30 minutos, según explica. Se requiere que los barcos que pasan cerca de ballenas jorobadas disminuyan la velocidad a 10 nudos o menos.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) está investigando el incidente.
En las aguas de Alaska nadan tres poblacione distintas de ballenas jorobadas, dice Julie Speegle, portavoz de pesca de la NOAA. La población del Pacífico Norte occidental sigue en peligro de extinción. La población de México está clasificada como amenazada y la población de Hawaii ya no está listada. Las ballenas de las tres poblaciones se solapan en las zonas de alimentación.
Se ha previsto la necropsia del mamífero para determinar la causa de la muerte. Steve Corporon, director de puertos y muelles de Ketchikan, ha informado que un remolcador ha llevado la ballena a la ensenada Blank de la Isla Gravina para llevar a cabo el examen.
Es la segunda vez en dos años que una ballena llega incrustada en la proa de un crucero al entrar en un puerto de Alaska.
En mayo de 2016, un rorcual amenazado apareció en el bulbo de proa del MS Zanndam de Holland Americas cuando se preparaba para atracar en Seward.