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Tourism in Antarctica 2009 - Cuverville Island - Peninsula Antarctica. Photo: Wikipedia.

El turismo en la Antártida se ha multiplicado por 20 en 30 años

La noticia del verano pasado de que un enorme iceberg se había desprendido de una de las mayores plataformas de hielo flotantes de la Antártida ha despertado un clima de urgencia entre los turistas por poner el continente en su lista de lugares que visitar.

Es el caso de los turistas chinos. Tanto es así, que el gobierno chino creó la semana pasada una nueva lista de normativas para los ciudadanos chinos que visitan la Antártida: está prohibido cazar, dejar residuos sólidos y tocar o alimentar a los pingüinos.

Aunque es el lugar más frío, seco y con mayor viento del planeta, la Antártida ofrece aventuras para los turistas: acampar en glaciares, ver pingüinos reyes de cerca, hacer kayak cerca de los icebergs y acudir a charlas científicas. Su belleza junto con la amenaza creciente de la pérdida de hielo son suficientes para que los turistas paguen al menos 5.000 dólares por visitar el único continente del mundo sin ciudades ni husos horarios.

El turismo en la Antártida ha aumentado de menos de 2.000 visitantes en la década de los 80 a más de 45.000 visitantes procedentes de todo el mundo solo el año pasado. El número de turistas que viaja al continente helado cayó durante la recesión económica de finales del año 2000, pero ha aumentado de nuevo en los últimos años, según datos de la Asociación Internacional de Operadores Turísticos Antárticos (IAATO en inglés).

Podría parecer un número no muy alto, en especial en comparación a los cientos de millones de personas que visitan cada año países como Francia, España y Estados Unidos. Pero para la Antártida, un continente remoto, cada vez más vulnerable al cambio climático y cuyos principales residentes son investigadores, el turismo tiene un coste medioambiental. Por ejemplo, los cruceros con pasajeros de Chile y Argentina también transportan contaminantes aéreos que pueden devastar aun más la región.

“El turismo antártico entre los años 80 y 90 era por lo general gente de mediana edad a bordo de pequeños barcos que se acercaba a la orilla en unos pocos lugares para observar la fauna silvestre, visitar sitios históricos y tal vez alguna estación,” dice Alan Hemmings, experto jurídico polar que en 2003 dirigió una base británica en la Antártida.

“Pero ahora hay una diversificación cada vez mayor de actividades orientadas a la acción. Ahora la gente quiere hacer parapente, esquí acuático, buceo y una amplia gama de actividades,” dice.

Funcionarios de la Administración Ártica y Antártica China anunciaron el nuevo conjunto de medidas sobre el comportamiento en la Antártida en septiembre, tras darse cuenta que eran uno de los cuatro países que había firmado el Tratado Antártico pero que no había establecido ninguna regulación para sus ciudadanos. Los otros tres países son la India, Polonia y Ecuador.

En 1959 no había turistas en la Antártida, cuando una docena de países que apoyaba el estudio científico y pacífico creó y firmó el Tratado Antártico. Desde entonces, el número de países signatarios ha aumentado a 53.

El año pasado los chinos representaron el 12 por ciento de los visitantes, con cerca de 5.500 personas viajando en vuelos chárter o cruceros que cuestan al menos 16.000 dólares. El número de turistas chinos entre 2016 y 2017 fue el segundo mayor del mundo por detrás de Estados Unidos, con 15.000 personas, según datos de la IAATO.

Las nuevas regulaciones de China exigen a los turistas que minimicen su huella en el continente y prohíben participar en cualquier actividad que pueda perjudicar o alterar la fauna silvestre. Inspectores vigilarán las acciones de los turistas y los que infrinjan la política tendrán prohibido visitar el continente en tres años.

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