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El seguimiento de las migraciones de las especies marinas por todas las fronteras geopolíticas puede ayudar a su conservación

La tortuga laúd es la más grande de todas las especies de tortuga y está en peligro crítico. Salvarla de la extinción en el océano Pacífico requerirá mucha cooperación internacional porque la enorme tortuga puede llegar a visitar hasta más de 30 países distintos durante sus migraciones.

El nuevo estudio ha usado datos de seguimiento de 14 especies de depredadores marinos migratorios, desde la tortuga laúd a la ballena azul y el tiburón blanco, para mostrar cómo sus movimientos se relacionan con las fronteras geopolíticas del océano Pacífico. Los resultados proporcionan información crítica para diseñar acuerdos internacionales de cooperación necesarios para proteger a estas especies.

“Si una especie pasa gran parte del tiempo en la jurisdicción de uno o dos países, la conservación y gestión es un asunto mucho más fácil de lo que lo es para una especie que migra a través de muchos países distintos,” dice Daniel Costa, profesor de ecología y biología evolutiva de la Universidad de California en Santa Cruz y coautor del estudio, publicado el 3 de septiembre en la revista Nature Ecology & Evolution.

“Queríamos saber por cuántas regiones jurisdiccionales pasaban estas especies altamente migratorias y cuánto tiempo pasaban en aguas internacionales más allá de la jurisdicción de cualquier país,” dice Costa.

En virtud del derecho internacional, cada país ribereño puede establecer una zona económica exclusiva (ZEE) que se extiende hasta las 200 millas náuticas, concediéndole derechos exclusivos para explotar los recursos y regular la pesca dentro de esa zona.

Las aguas internacionales más allá de las ZEE son un patrimonio común y se encuentran entre las aguas menos protegidas de la Tierra.

Desde 2016, las Naciones Unidas están manteniendo conversaciones para negociar un tratado global para conservar y gestionar estas aguas.

El autor principal del estudio, Autumn-Lynn Harrison, del Instituto Smithsonian de Biología en Washington, empezó el estudio como estudiante de posgrado en el laboratorio de Costa en la Universidad de California. Costa es cofundador, junto con la coautora Barbara Block de la Universidad de Stanford, del programa Tagging of Pacific Predators (TOPP), que se inició siguiendo los movimientos de máximos depredadores marinos a través del océano Pacífico en el año 2000. Harrison quiso usar los datos del TOPP para abordar asuntos de conservación y, a medida que fue examinando los datos, empezó a preguntarse por cuántos países pasaban estos animales.

“Quería ver si podíamos prever en qué momento del año una especie estaba en aguas de un determinado país,” dice. “Varios de estos animales pasan gran parte del tiempo ocultos bajo el mar, por lo que poder demostrar con datos de seguimiento en qué países están puede ayudarnos a comprender qué naciones deberían estar cooperando para gestionar estas especies.”

El conjunto de datos del TOPP es uno de los más amplios disponibles sobre los movimientos de grandes animales marinos.

Muchas poblaciones de estos depredadores marinos ápice están disminuyendo o están amenazadas debido en parte a que su movilidad las deja expuestas a un amplio abanico de amenazas en distintas partes de los océanos.

La población de tortuga laúd en el Pacífico podría enfrentarse a un descenso del 96 por ciento para 2040, según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). El albatros de Laysan y el albatros patinegro, ambos clasificados como casi amenazados en la Lista Roja de la UICN, pasan gran parte del tiempo en aguas internacionales, donde son vulnerables a los palangreros comerciales.

El tiburón blanco está protegido en aguas de Estados Unidos y México, sin embargo datos del TOPP revelan que pasan cerca del 60 por ciento del tiempo en aguas internacionales. El atún rojo del Pacífico, la tortuga laúd, el albatros de Laysan y la pardela sombría viajan por todo el océano Pacífico durante sus migraciones.

“El atún rojo del Pacífico se reproduce en el Pacífico Norte occidental, luego atraviesa el océano Pacífico para alimentarse en la corriente de california frente a los Estados Unidos y México”, dice Costa. “La pardela sombría no solo atraviesa aguas internacionales, sino que usa todo el océano Pacífico de norte a sur atravesando las jurisdicciones de más de 30 países distintos.”

La cooperación internacional ha llevado a acuerdos para gestionar algunas de estas especies migratorias, en algunos casos mediante Organizaciones Regionales de Ordenación Pesqueras (OROP). Por ejemplo, la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT) supervisa la conservación y gestión de los atunes y otros animales marinos en el océano Pacífico oriental.

“Estas especies migratorias son un patrimonio compartido y este informe muestra sus travesías internacionales mejor que nunca,” dice.

“El primer paso para protegerlas es saber dónde se encuentran durante su ciclo anual y promover acuerdos internacionales para gestionar las amenazas a las que se enfrentan en varios países.”

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