Mientras músicos y actores de cine llevan a cabo enérgicas campañas para proteger los bosques tropicales y los océanos, los humedales del mundo raras veces reciben el mismo nivel de atención. En muchos aspectos son los héroes olvidados, poco llamativos y más amenazados, y sin embargo están desapareciendo tres veces más rápido que los bosques.
Entre los humedales continentales se incluyen acuíferos, lagos, ríos, arroyos, marismas, turberas, lagunas, llanuras de inundación y pantanos y entre los humedales costeras se incluyen todo el litoral, manglares, marismas de agua salada, estuarios, albuferas o lagunas litorales, praderas de pastos marinos y arrecifes de coral.
El 2 de febrero es el Día Mundial de los Humedales, conmemorando la firma de la Convención de Ramsar, que recibe su nombre por la ciudad iraní donde se firmó el tratado en 1971. A través de este acuerdo los países miembros, 168, se comprometen a: un uso racional de todos sus humedales, designar sitios para incluirlos en la Lista Ramsar de Humedales de Importancia Internacional y conservarlos y cooperar en materia de humedales transfronterizos y otros intereses comunes.
Incontables especies que viven en estos ecosistemas no pueden sobrevivir en ningún otro lugar del planeta, desde castores y tortugas de agua dulce a aves acuáticas y miles de especies de peces. Los humedales también se encuentran entre los sumideros de carbono más efectivos del planeta y por tanto juegan un rol central en la regulación del clima.
“Los humedales son el mayor epicentro de biodiversidad del mundo,” dice William Darwall, director de la Unidad de Biodiversidad de Agua Dulce del Programa de Especies de Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Los humedales purifican el agua potable filtrándola de contaminantes. Los humedales son indispensables por los innumerables beneficios o “servicios ecosistémicos” que brindan a la humanidad, desde suministro de agua dulce que filtran de contaminantes, alimento y biodiversidad, hasta control de crecidas, recarga de aguas subterráneas y mitigación del cambio climático. Las turberas, en las que se incluyen ciénagas, pantanos y marismas, almacenan casi un tercio del carbono en tierra.
Pero Darwall dice que apenas se da valor a estos hábitats únicos, considerados un “desperdicio del suelo” o “terreno baldío”, para los que podría darse un uso productivo. Como consecuencia, se están destruyendo enormes áreas de humedales del planeta para convertir su suelo.
“Son el reino olvidado,” dice. “Los humedales son muy valiosos… pero sufren la mayor pérdida de biodiversidad del mundo.”
Según la organización Ramsar, el mundo ha perdido más de un tercio de sus humedales desde 1970 y esa pérdida se ha estado acelerando desde el año 2000. Y todos podríamos sufrir las consecuencias.
Según estimaciones recientes, desde 1900 ha desaparecido el 64 por ciento o más de los humedales del planeta debido a grandes cambios en el uso de la tierra, desvío del agua mediante represas, diques y canalizaciones y el desarrollo de infraestructuras especialmente en zonas urbanas, valles fluviales y zonas costeras.
Ramsar dice que el 40 por ciento de todas las especies viven o se reproducen en los humedales y, aunque los hábitats de agua dulce suponen un mero 2 por ciento de la superficie de la Tierra, hay más especies de peces de agua dulce que de agua salada.
Estos hábitats se enfrentan a innumerables amenazas. La minería está afectando a los humedales desde el Delta del Mekong a Alaska.
Agricultores de todo el mundo drenan los humedales para convertirlos en tierra de cultivo, mientras que la contaminación y las especies invasoras devastan su fauna silvestre nativa.
Con respecto a proteger los humedales, Darwall dice que el primer paso es que la gente comprenda el enorme valor ecológico de estos ecosistemas.
“Todo empieza con que cada uno de nosotros aprecie mucho más y comprenda el valor de los humedales en nuestras vidas,” dice. “Será entonces cuando presionaremos a los políticos, saldremos a la calle y nos desharemos de nuestra basura de manera adecuada.”
Darwall coincide en que la concienciación es la clave.
“Se trata de que la gente ame sus humedales.
“Pueden ser lugares maravillosos con multitud de especies – todo de ellos es bueno.”