El golfo de México es famoso por sus capturas abundantes de cangrejo azul, camarón y gallineta. Ahora también será famoso por algo más: el plástico.
El primer estudio sobre la cantidad y tipos de plástico en el golfo ha hallado concentraciones próximas a las más altas informadas en el mundo. Sitúa las concentraciones de plásticos frente a la costa de Luisiana a la par con los mares Mediterráneo y Negro y la desembocadura del río Yangtzé de China, gravemente contaminado.
“Fue una sorpresa,” dice Mark Benfield, oceanógrafo de la Universidad Estatal de Luisiana (LSU) quien ha liderado el estudio. “No esperaba que el golfo tuviera tanto plástico.”
Cada malla o botella que sumergía el equipo en el golfo se sacaba luego llena de plástico en todos los casos.
Había botellas de bebida desechables y otra basura flotante, pero era el plástico más pequeño, incluidos fragmentos de objetos de plástico más grandes, los que abundaban más.
Algunos de estos microplásticos se producen tras la fragmentación de objetos de plástico más grandes. Otros plásticos ya son pequeños en su diseño. Diminutos trozos de plástico conocidos como “microesferas” abundan en exfoliantes, pastas dentífricas y otros productos. No fue hasta hace dos años que Estados Unidos prohibió su uso en los productos de cosmética. Sin embargo, estas microesferas siguen y seguirán arremolinándose en el golfo durante décadas.
“El plástico tiene un ciclo de vida muy largo,” dice Benfield. “Se fragmenta en partículas más pequeñas y estas partículas persisten a lo largo de miles de años.”
Incluso en concentraciones más altas que las microesferas estaban las fibras comunes de poliéster y de otras ropas sintéticas. Es probable que estas fibras se hayan desprendido durante los procesos de lavado en los hogares, recogidas luego por los sistemas de aguas residuales y finalmente acabando en el golfo.
“Recogimos un enorme número de fibras,” dice Benfield. “Definitivamente, era el plástico que más abundaba.”
Los resultados del estudio han sido publicados este mes en la revista Environmental Pollution.
“En comparación con otros lugares de los Estados Unidos, los resultados que hemos obtenido son tan altos o más que en cualquier otro lugar”, dice Benfield.
Los seres humanos hemos producido cerca de 8.000 millones de toneladas de plástico desde que empezó la producción industrial del material hace unos 70 años, según un estudio reciente. Gran parte son plásticos desechados, con un 80 por ciento acabando en vertederos y en el medio ambiente natural.
Se cree que hasta un 90 por ciento de los escombros que flotan en los océanos es plástico, dice Benfield.
El plástico tiende a concentrarse en mares rodeados de tierra, que limita la circulación del agua y de los plásticos flotantes. Eso podría, en parte, explicar el porqué mares semicerrados como el Mediterráneo y el golfo de México tienen elevadas concentraciones de plástico.
La otra parte de la explicación es la entrada de plástico. Aunque algunos plásticos proceden de la pesca y el transporte marítimo, la enorme mayoría procede de fuentes terrestres que van a parar al mar a través de las vías fluviales, escorrentía y ríos. Un río en particular, el río Mississippi, podría ser el portador del plástico en el golfo. El río actúa como un colector gigante de plásticos y otros escombros que finalmente son arrastrados al golfo.
“El Mississippi drena una enorme parte del país,” dice Benfield. “Eso incluye gran parte de ciudades, pueblos, calles y arroyos, y mucho plástico.”
Un fenómeno similar contribuye a la zona muerta del golfo. El Mississippi encauza toneladas de contaminación por nitrógeno y fósforo procedentes de granjas, ganadería, sistemas de alcantarillado y fosas sépticas de todo el medio oeste.
En el golfo, esta contaminación rica en nutrientes provoca floraciones de algas que consumen el oxígeno del agua, haciendo que varios animales mueran y otros, como el camarón, huyan de la zona muerta. Este año, la zona muerta ha alcanzado su extensión máxima con 8.776 millas cuadradas.
Los efectos del plástico en el entorno son menos evidentes, pero está claro que no hay nada positivo en un mar cargado con partículas de plástico.
Benfield dice que los insecticidas y los contaminantes antropogénicos se adhieren rápidamente a los fragmentos plásticos. Peces como la anchoa, la lacha y otros pequeños peces confunden estas partículas, del tamaño del plancton, con alimento.
Para probar esta hipótesis, el equipo capturó pequeños peces de la bahía Terrebonne, Canadá. “Sus estómagos estaban llenos de plástico,” dice Benfield.
“La contaminación absorbida por los plásticos acaba liberándose en el estómago del animal y absorbida por el organismo,” dice. “Cuando un animal más grande come animales más pequeños, esta contaminación entra en la cadena alimentaria.”