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El canario en la mina de carbón del Ártico: el calentamiento global amenaza a las aves migratorias

Imagina la odisea de un ave llamada playero rojizo (Calidris canutus). Cada primavera, bandadas de estas intrépidas aves acuáticas vuelan hasta 15.000 km desde los trópicos al Ártico.

Cuando la nieve se funde, se aparean y producen una nueva generación de pollos. Los pollos se atiborran de insectos y luego todos los playeros rojizos inician su viaje de vuelta al sur.

“Están en el Ártico menos de tres meses,” dice Jan A. van Gils, ecólogo en el Instituto de Investigación del Mar Royal Netherlands.

“Es un plazo de tiempo muy breve.”

Y también un plazo de tiempo muy vulnerable.

En un estudio publicado en 2016 en la revista Science, A. van Gils y su equipo revelaron que el cambio climático está afectando al playero rojizo a lo largo de todo su viaje migratorio, contribuyendo posiblemente al descenso de la población y convirtiéndola en otra especie más afectada por el cambio climático.

Los investigadores vieron algo extraño cuando estudiaron el playero rojizo que pasa el invierno en la costa de Mauritania, en África Occidental. Típicamente, el playero rojizo excava en la arena con sus largos picos buscando almejas, que suelen estar enterradas a unos 3-4 centímetros . Los científicos se sorprendieron al ver que algunos playeros rojizos excavaban en la hierba marina, situada a menor profundidad.

Resultó que los playeros rojizos de tamaño más pequeño con picos más cortos no podían llegar a las almejas, de manera que tenían que conformarse con comer hierba marina menos nutritiva.

Para comprender porqué las aves tenían tamaños distintos, el equipo empezó a estudiar la ruta migratoria completa del playero rojizo.

En junio, las aves dejaban Mauritania para volar hacia la costa ártica de Rusia para regresar de nuevo en julio. Los playeros rojizos adultos paraban a descansar en los Países Bajos, mientras que los playeros rojizos jóvenes lo hacían en Polonia.

Los científicos hallaron una inquietante tendencia: durante los últimos 30 años, los playeros rojizos jóvenes que llegaban a Polonia han estado disminuyendo de tamaño. Actualmente el playero rojizo es de promedio un 15 por ciento más pequeño que en 1985.

Examinando las imágenes por satélite de su hábitat de verano en el ártico, los científicos hallaron una pista para esta tendencia. El Ártico se ha estado calentando debido al cambio climático. Actualmente, la nieve se está deshaciendo dos semanas antes que en 1985.

Los insectos en el Ártico están respondiendo a este cambio explosionando antes. Pero el playero rojizo no se ha ajustado. En el momento en que los pollos salen del cascarón, esa explosión de insectos ya no está en su momento más álgido y los pollos ya no pueden atiborrarse de insectos como solían hacerlo hace 30 años.

Cuando las aves llegan a Mauritania en julio, los playeros rojizos más jóvenes con picos más cortos no pueden excavar lo suficientemente hondo para alimentarse de almejas, su principal dieta. En su lugar, se alimentan de hierba marina. Y parece que esta nueva dieta está haciendo estragos. Los científicos hallaron que los playeros rojizos jóvenes con picos más cortos tienen más probabilidad de morir que los playeros rojizos con picos largos.

La población de playero rojizo ha pasado de 500.000 ejemplares a 250.000. “Si continúa así, acabarán desapareciendo,” dice A. van Gils.

Este fenómeno no se limita al playero rojizo. El calentamiento global está reduciendo el tamaño del cuerpo de muchas especies de aves en todo el mundo, afectando a sus ecosistemas de varias formas. Sin embargo, para las aves migratorias estas repercusiones son dobles.

El Dr. Borja Heredia, experto internacional en especies migratorias, hace hincapié en que los efectos regionales del cambio climático en las especies migratorias pueden ser de doble sentido.

“Hay repercusiones en ambos sentidos. Muchas de estas especies árticas migrarán al trópico y allí se encontrarán con un problema de deforestación, junto con una creciente sequía y otros factores derivados del cambio climático,” dice.

Además de la disminución de sus lugares de nidificación y falta de alimento en el Ártico, las aves también tienen que enfrentarse al calentamiento y la acidificación del océano que inhiben el crecimiento de crustáceos (almejas y otros bivalvos). El aumento del nivel del mar puede degradar e inundar las marismas de sus rutas migratorias, además de alterar la nidificación y dejar expuestos los hábitats de descanso a más depredadores.

“La migración es algo muy arriesgado”, dice Heredia. “Las aves tendrán muchos problemas si no están bien preparadas”.

Una solución: los científicos y legisladores están movilizando a los países con rutas migratorias para que conserven el hábitat de descanso que proporciona a las aves un lugar en el que refugiarse, alimentarse y descansar.

A finales de este año en Filipinas, la Convención sobre las Especies Migratorias (CMS) convocará a todas las partes con la esperanza de aprobar un acuerdo que proteja la ruta migratoria de Asia Oriental-Australasia, una ruta que va desde la península Taimyr, en Rusia, hasta Alaska, y al sur hasta Asia, Australia, Nueva Zelanda y finalmente la Antártida. Se estima que 55 especies migratorias viajan por esta ruta, con unos 5 millones de aves usándola cada año.

También tienen que ser protegidas y evaluadas urgentemente otras rutas migratorias, lugares de verano e invierno.

“Desde un punto de vista de conservación, es muy importante examinar todo el itinerario de las especies migratorias, no solo de un país o ecosistema,” dice Heredia.

“Si destruimos estos lugares de parada, entonces olvídalo. Es el final de la historia.”

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