La ballena azul (Balaenoptera musculus) alcanza su enorme tamaño gracias a su excepcional memoria para encontrar sus sitios de alimentación que sabe que son los más productivos históricamente en lugar de responder en tiempo real a cardúmenes emergentes de presas, según ha concluido un estudio.
Durante años los científicos han seguido la migración de estos gigantes, que pueden llegar a pesar más de 100 toneladas, pero no ha sido hasta ahora que han podido explicar cómo eligen su itinerario.
¿Basan su ruta migratoria anual en función de las condiciones actuales o emprenden el mismo viaje en las mismas fechas?
Ahora, un equipo de científicos cree tener la respuesta.
Durante años los científicos han estado colocando marcas radiotransmisoras en estos gigantes para seguir sus movimientos. El equipo analizó una década de datos sobre el movimiento de 60 ballenas azules y luego los comparó con el momento de la floración anual del fitoplancton en primavera, del que el krill se alimenta. En el estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciencies (PNAS), el equipo dice que las ballenas azules parecen confiar fuertemente en el recuerdo a la hora de migrar en busca de alimento, a diferencia de la mayoría de animales terrestres migratorios, que se desvían para adaptarse a los recursos cambiantes.
Por lo que se refiere a la ballena azul, “ésta usa su recuerdo”, dice Briana Abrahms, investigadora de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA).
“Creemos que usan su recuerdo, o su propia experiencia del pasado, para asegurar la apuesta”,” dice.
Una explicación, dice Abrahms, es que “hay tanta variabilidad en el océano que es muy difícil predecir con exactitud cuando va a ocurrir algo.”
En lugar de buscar a sus presas (krill) allí donde actualmente están, la ballena azul migra a los lugares donde su presa estuvo en años anteriores. En otras palabras, sus migraciones se dejan guiar por el recuerdo.
La pregunta es, ¿que puede ocurrirles en un mundo cambiante?
Abrahms dice que el cambio climático amenaza esta estrategia.
“Con el cambio climático, estamos viendo desviaciones que salen de ese promedio,” dice. “Y es preocupante que la magnitud del cambio esté ocurriendo mucho más rápido que cualquier otro cambio al que las ballenas y otros animales tuvieron que adaptarse alguna vez.”
Comprender las decisiones migratorias que toma la ballena azul es especialmente importante dada la rápida velocidad a la que está cambiando el mundo. La previsión de la naturaleza es cada vez más errática y las predicciones una vez fiables están fluctuando más allá de sus variaciones normales.
“Las características del Antropoceno son muy distintas del pasado,” dice Abrahms.
“Lo preocupante es que si las ballenas siguen confiando en su recuerdo puede que no consigan alimentarse. Estamos viendo lo mismo en muchas otras especies, aves migratorias que llegan a sus lugares de cría demasiado tarde y el alimento ya ha desaparecido.”
Algunas ballenas como las yubartas son lo suficientemente flexibles para pasar de comer krill a pescado si no encuentran presas suficientes. Pero la ballena azul es un cazador especializado. Su existencia depende de encontrar cadúmenes de krill lo suficientemente densos como para engullir medio millón de calorías de un bocado. Y su supervivencia ya está amenazada. La ballena azul está en peligro de extinción, atrapada en un hábitat cada vez más pequeño y afectada por las colisiones con barcos, ruidos cacofónicos submarinos y contaminantes de origen antropogénico que se acumulan en sus tejidos. Si encima no puede encontrar alimento suficiente de forma fiable, esta criatura, que confía en su recuerdo para alimentarse, podrían acabar convirtiéndose ella misma en uno.