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El cambio climático amenaza a los narvales

Los científicos han descubierto que los narvales son los “corredores de maratón” de los océanos.

Estas ballenas del Ártico son excepcionales atletas de resistencia, teniendo una mayor densidad de fibras musculares de contracción lenta que ningún otro mamífero marino estudiado.

Sin embargo esta habilidad significa también que son uno de los nadadores más lentos del mar.

Esto los sitúa en grave peligro debido al cambio climático puesto que no serán capaces de hacer frente al movimiento de los témpanos de hielo provocado por unos mares más templados.

Los detalles de esta habilidad de resistencia extrema de los narvales y la vulnerabilidad al cambio climático aparecen publicados en la revista Marine Mammal Science.

Los narvales son una de las tres especies de cetáceos que viven en el Ártico, junto con la ballena beluga y la ballena boreal.

También se los conoce como los ‘unicornios del mar’ debido a su colmillo largo y alargado.

Sin embargo, los narvales ahora destacarán por ser los ‘corredores de maratón’ de los océanos, dicen los investigadores Professor Terrie Williams y Dr Shawn Noren de la Universidad de California, Santa Cruz y el Dr. Mike Glenn, del Sea World, San Diego, Estados Unidos.

Los investigadores han llevado a cabo el primer estudio sobre la capacidad fisiológica de los narvales y han descubierto que estos cetáceos tienen los niveles más altos de mioglobina en sus músculos con respecto a los niveles medidos hasta la fecha para cualquier otro mamífero marino, permitiéndoles almacenar grandes cantidades de oxígeno.

Los investigadores han descubierto que los narvales tienen también el porcentaje más elevado de fibras de contracción lenta dentro de sus músculos con respecto a otros mamíferos marinos.

En los narvales, alrededor del 87% de sus fibras musculares son de contracción lenta, es decir, responden lentamente pero no se cansan fácilmente. A diferencia, la proporción en los delfines es de entre 40 y 50%.

Un animal de tierra rápido como puede ser el guepardo tiene menos de un 20% de fibras de contracción rápida, pues la mayoría de los músculos de sus extremidades están formados por fibras de contracción rápida que reaccionan rápido pero se agotan fácilmente.

En realidad los narvales tienen una composición muscular parecida a la de los corredores de resistencia humanos, pues los músculos de las piernas de un corredor de maratón de élite están formados por más del 90% de fibras de contracción lenta.

‘Esta morfología especializada hace a los narvales excelentes submarinistas, dado que músculos pueden almacenar y usar grandes cantidades de oxígeno de forma eficiente,’  dice el profesor Williams.

‘Pero esto llega con un coste. Parece que ahí fuera son uno de los nadadores más lentos.’

Amenaza del cambio climático

Este comportamiento sumamente especializado los hace vulnerables a los efectos del cambio climático, advierten los científicos.

Clasificado como ‘casi-amenazado a vulnerable’ por la lista de la UICN de animales en peligro de extinción, se cree que en las aguas gélidas del ártico canadiense y Groenlandia sobreviven cerca de 75.000 narvales.

Esto significa que los narvales tienen que poder pronosticar donde se encuentran agujeros en el hielo con el fin de alcanzar la superficie para respirar. En realidad, el estudio del profesor William revela que, a pesar de su capacidad de resistencia, los narvales nadan tan lentamente que solo pueden cubrir una distancia de unos 1,4 km en cualquier dirección antes de quedarse sin oxígeno, por lo que para sobrevivir necesitan poder hallar una grieta en el hielo al menos cada 1,4 km.

El cambio climático reducirá la cantidad de océano propicio, haciendo peligrar más a la especie.

‘Las temperaturas más cálidas están creando más icebergs y témpanos más grandes,’ dice Williams. ‘El problema no es que el hielo desaparezca, sino que el hielo se mueve más en el curso de ir desapareciendo, haciendo los icebergs demasiado grandes para que estos animales naden por debajo perdiendo y además perdiendo la fiabilidad de agujeros conocidos por donde respirar.’

Los investigadores estiman que solo un 10% del agua por debajo de los grandes témpanos de hielo contiene suficientes agujeros para respirar, o peces para cazar, para los narvales.

Los vientos cambiantes también pueden mover rápidamente el hielo, haciendo que los agujeros para respirar sean aun más impredecibles.

‘Una decisión equivocada para el narval o un cambio de vientos que mueva el hielo podría ser fatal.’ Fuente

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