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El aumento de acidez del océano Pacífico está disolviendo literalmente el caparazón del cangrejo de Dungeness

El océano Pacífico es cada vez más ácido, y el cangrejo de Dungeness (Metacarcinus magister) que vive en sus aguas costeras es uno de los primeros habitantes que está sintiendo los efectos de esta acidificación. Según un nuevo estudio, niveles más bajos de ph en su hábitat están disolviendo literalmente su caparazón y dañando sus órganos sensoriales.

La acidificación del océano es un proceso provocado por nuestras emisiones de dióxido de carbono (quema de combustibles fósiles). Cuando los océanos absorben estas emisiones – ya han absorbido el 30%, atenuando con ello los efectos nocivos de esta contaminación- , el dióxido reacciona con el agua y se disocia en un ión de biocarbonato (CHO3-) y un ión de hidrógeno (H+). Los océanos tienen un ph básico (entre 8,0 y 8,3), con una concentración de iones H+ relativamente baja. Los organismos marinos han evolucionado en un entorno marino con ese ph y están particularmente adaptados a él. Como resultado de esta absorción, este ph se ve alterado. Cuanto más CO2 absorben los océanos, más aumenta la cantidad de H+ presente en el agua, contribuyendo a una reducción de la cantidad de iones carbonato (Ca2+) en el agua. Animales como los cangrejos, corales e incluso plancton, necesitan estos iones para formar carbonato cálcico, necesario para la formación de sus esqueletos y conchas en un proceso conocido como calcificación.

Los autores del estudio examinaron los niveles de acidez desde 2016. Hallaron que la disminución del ph está disolviendo los caparazones de las larvas de este cangrejo en Oregon, Washington y la Columbia Británica. Sin un caparazón fuerte, los cangrejos jóvenes sufren daños en sus órganos sensoriales.

Los resultados contribuyen a la creciente inquietud sobre la viabilidad de este animal a medida que el océano Pacífico siga absorbiendo más dióxido de carbono atmosférico.

Los investigadores no esperaban que la acidez dañara tan rápidamente a los cangrejos y advierten de que es una señal de lo que el futuro le depara a la vida marina.

“Si ya se están viendo afectados los cangrejos, entonces tenemos que prestar mucha más atención a los varios componentes de la cadena alimentaria antes de que sea demasiado tarde,” dice la autora principal del estudio, Nina Bednarsek, científica sénior del Proyecto de Investigación de Aguas Costeras del Sur de California.

Los resultados han sido publicados este mes en la revista Science of the Total Environment.

Para los crustáceos y los corales, que dependen de los iones de carbonato, menos abundantes en aguas más ácidas, encontrar estos iones para construir sus conchas y esqueletos está siendo cada vez más difícil.

Y no sólo para los cangrejos y corales, también ostras, almejas y plancton, que dependen todos de los mismos iones de carbonato para fortalecerse.

Los investigadores dicen que la acidificación corroe los caparazones jóvenes de las larvas de cangrejo, que podría dificultar su capacidad para ahuyentar a depredadores y regular su flotabilidad en el agua.

Las larvas que han mostrado estos signos son más pequeñas que otras, lo que desencadenaría un retraso en el desarrollo y alteración de su tasa de maduración.

También se están viendo afectadas las diminutas estructuras parecidas al pelo que tienen los cangrejos para detectar variaciones de presión y las corrientes de agua. Sin estos mecanorreceptores los cangrejos podrían sufrir problemas de movilidad y dificultad a la hora de encontrar alimento.

“Esperábamos que esta disolución del esqueleto ocurriera mucho más adelante en el transcurso de este siglo,” dice Richard Feely, coautor del estudio y científico sénior de la NOAA.

En los casi 150 años desde la Revolución Industrial, el ph promedio de las aguas superficiales de los océanos ha disminuido 0,1 unidad. Este cambio, aparentemente sin importancia, representa un aumento del 30 por ciento en la acidez de los océanos. Si no se combaten las emisiones de dióxido de carbono, se prevé que el ph disminuya entre 0,3 y 0,4 unidades más (entre 7,6 y 7,7) – una acidez equivalente a un 250 por ciento, unos niveles no vistos en los últimos 25 millones de años.

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